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Venía ella con vestido de seda muy ceñido, que revelaba todas las airosas curvas de su cuerpo juvenil, y en la graciosa cabeza, sobre el pelo negro como el azabache, llevaba claveles rojos y una mantilla blanca de rica blonda catalana. La función hacía tiempo que había empezado.

Tiene sus curvas y sus remolinos, sus bajadas y sus crecidas, sus durmientes, sus rápidas y sus cataratas.

El círculo es una curva: esta es sin duda una proposicion analítica de las mas sencillas que imaginarse pueden; y no obstante, el predicado expresa la razon general de curva, que en el sujeto puede estar envuelta de un modo confuso con relacion á una especie particular de las curvas.

Yo soy Magdalena para todo cuanto les plazca. Y aquella era Magdalena. Aquella joven de ojos vivarachos, de turgente pecho, cuyas faldas, de ordinaria tela azul, no podían ocultar, mojadas por la lluvia, la belleza de las curvas femeninas a que esculturalmente se adaptaban.

Un profesor de matemáticas que explique á sus alumnos la teoría de las secciones cónicas les dará una idea clara y exacta de dichas curvas, presentándoles las ecuaciones que expresan su naturaleza, y deduciendo las propiedades que de esta se originan.

Tal cual lo indican las inmersiones y emersiones sucesivas de la hoja arrastrada, el agua que baja al fondo remonta en nueva curva hacia la superficie, aparece á la luz y desaparece otra vez bajo las curvas líquidas, que, al mismo tiempo, han descendido hasta el fondo del cauce.

Y hasta diremos que la mayor parte de estas órbitas parecen ser curvas de ramas infinitas que se denominan parábolas. Los cometas que tienen tales órbitas, después de haberse acercado al Sol y á la Tierra lo bastante para ser visibles, se alejan de ellos para no volver á presentarse. Número de los cometas.= El número de cometas es considerable.

La audacia con que se recogía la falda, marcando las curvas más opulentas de su cuerpo y dejando al descubierto gran parte de las medias, irritaba a las mujeres. ¡Vaya usted con Dios, marquesita salerosa! dijo Fermín cerrándola el paso.

Vestía un gabán de color de castaña con grandes botones, y bajo la visera de su gorra destacábanse las dos manchas negras de los anteojos con bordes de paño que abrigaban su vista enferma. Estaba sentado en un sillón de madera blanca y dorada, con las graciosas curvas del siglo XVIII; la seda antigua enseñaba, entre desgarrones y deshilachados, el lejano recuerdo de una escena pastoril.

La mirada del joven revoloteó por la estrecha cavidad del cuarto, como si siguiera las curvas del vuelo de una mosca, y fue de la mesa a la percha en que pendían aquellos moldes de mismo, su ropa, el chaqué que reproducía su cuerpo y los pantalones que eran sus propias piernas colgadas como para que se estiraran.