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Aquí en estos bosques no hay peligro ninguno prosiguió Barragán . Pero si usted caminase por algunos de América ya podría usted ir con más cuidadito. A lo mejor salta el tigre o se tropieza con los bandidos... Barragán al proferir estas palabras dio un paso hacia Elena. Esta se puso más pálida aún y sin saber lo que decía con voz alterada exclamó: ¡Haga usted el favor!

Toma y no llores... Yo he puesto ahí los labios; chupa, y cuidadito con volver al besuqueo... A ti habrá que tratarte como a un niño de teta. Zurra... zurra al nene, que es malo. Y con su mano fina y blanca, aquella mano de señorita, que era el asombro de las Carolinas, abofeteó cariñosamente la cara del joven. Al anochecer entraron en un merendero de la hondonada de Amaniel.

Con que resignarse, hijas mías, que por ser cabras no ha de abandonaros vuestro pastor; tomad ejemplo de las ovejas con quien vivís; y , Fortunata, agradéceme sinceramente el bien inmenso que te doy y que no te mereces, y déjate de hacer melindres y de pedir gollerías, porque entonces no te doy nada y tirarás otra vez al monte. Con que, cuidadito...».

Trabajillo cuesta el desprenderse de esta sarna moral, heredada, con la cual nace uno y con la cual vive hasta que llega la hora de la liberación». «¿Qué trae usted ahí entre ceja y ceja? ¿Saco la vara? le dijo Ballester con aquella dureza que era, según él, el más eficaz tratamiento . Porque hoy me parece que venimos muy evangelísticos. Cuidadito. Ya sabe usted cómo las gasto». Pégueme usted.

Sus papas lo llevaban bastante elegantito, eso , pero limitábanse a darle los domingos tres pesetas y un sermón encargándole que no fuese derrochador ni calavera, que mirase en qué gastaba su dinero... y mucho cuidadito con meterse en sitios malos. Mendigaba alguna invitación en las redacciones de los periódicos, y si la conseguía, iba al baile, pero sólo hasta la una. ¿Ha visto usted?

¡No hagas travesuras decía mi tía, y cuidadito con ir a la huerta! ¡No me revuelva la cocina! gritaba Susana, y para almorzar, conténtese con la ternera fiambre. El cura no decía ni palabra, pero me sonreía con cariño y hacía un gesto que quería decir: Lo que es por mi, de buena gana te llevaría; pero ella no ha querido. Este memorable lunes, sucedió lo mismo de siempre.

Y para expresar su entusiasmo con más viveza, arrojó el grotesco sombrero en un charco, salpicando a todos de barro. El empleado del fielato saludó a las jóvenes con un tono de zumba paternal: Que seáis buenas... Cuidadito con perderse... Las dos pasaron adelante sonriendo, sin contestar a los saludos mas que con movimientos de cabeza. La pequeña habló al alejarse.

No puede ver nada fuera de su sitio. La mesa ha de estar bien puesta, sin que falte nada. ¡Cuidadito! El dice que en las casas bien arregladas no dura mucho la tristeza; que en una mesa bien servida, aunque no haya en ella ricos manjares, ni perdices, ni lampreas, no falta la alegría. Ya verás, hay que andar listas. ¡Que lo diga señora Francisca!...

Y cuidadito con echarme basura en el portal y en la escalera. Estas eneas y juncos que habéis esparcido en el patio, me los vais a recoger y entregárselos a su dueño». Los chicos oyeron esto sin chistar.