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María no había logrado infundir en ella el entusiasmo místico de que se sentía poseída, porque Genoveva no era de suyo inflamable, y una ignorancia supina la ponía a cubierto de toda suerte de entusiasmos; pero había conseguido con sus actos y pláticas religiosas despertar en ella el fanatismo que duerme siempre en el fondo de las almas vulgares e ignorantes.

Llevaban el rostro cubierto con el velo del sombrero y otro velo más grande cruzaba sus espaldas, sostenido por los brazos á guisa de chal. Ferragut adivinó una diferencia importante en las edades de las dos. La más gruesa se movía con disimulada pesadez. Su paso era vivo, pero apoyaba en el suelo con cierta autoridad sus pies voluminosos, calzados ampliamente y con tacones bajos.

Rumiando con amargura todo lo dicho, anduvo don Paco sin reparar el camino que llevaba, hasta que le sorprendió la noche, oscura como boca de lobo. Ni luna ni estrellas se veían en el cielo, cubierto de densas nubes. Llovía recio y relampagueaba y tronaba.

Su rostro entre las tocas blancas; su cuerpo, cubierto de las estameñas obscuras, tenían una majestad, una belleza que no puede imaginar quien no la vio... EVARISTA. ¡Pobre niña, no delires!... ELECTRA. Al llegar cerca de , alargaba sus brazos como si quisiera cogerme. Me hablaba con una voz muy dulce, lejana, escondida... no como explicarlo. EVARISTA. Sigue, hija, sigue.

En nuestras almas suele entrar cubierto de harapos como un mendigo, se sienta en el rincón más obscuro y allí espera silencioso a que le arrojemos algunos mendrugos de nuestra mesa. ¡Ay del mortal que le niegue esos mendrugos! Más le valiera no haber nacido, dice Jesús en su Evangelio. Más nos valiera a todos no haber nacido.

Un viaje de treinta y ocho días... El príncipe no quiere... Pocas veces se verá esto... Es el primer sable de Siberia. El jardín estaba cubierto de nieve. Aún era de noche, y la luna fugitiva lo iluminaba con unos rayos diagonales, extendiendo desmesuradamente la sombra de los árboles. Más de cien hombres formaron dos masas negras en los bordes de una avenida.

Tengo la seguridad, pues, de que Goethe se hubiera paseado los domingos por Recoletos. Yo creo que ha hecho muy bien en vivir en la corte de Weimar donde tales flaquezas se perdonaban fácilmente. Y para terminar con el paseo de Recoletos. Ahora en la estación primaveral queda cubierto por una bóveda de follaje que le presta frescura y belleza.

Se habia cubierto anticipadamcnte con los indios fieles que se distinguen por Mañazos, á las órdenes de su cacique D. Anselmo Bastirra, el cerro elevado, que vulgarmente se llama del Azogue.

Estas ventanas comparten admirablemente el macizo de los muros, todo cubierto interior y esteriormente de preciosa tracería relevada, cuyos lindos dibujos es imposible describir.

La Pepa le vendía a los isleños los cueros de las nutrias y las plumas de los mirasoles que cazara. La Pepa le compraba las provisiones. La Pepa le hacía la comida... ¿Qué haría él ahora sin la Pepa? Ocurriósele que la gallega podría no estar muerta, y sólo desmayada, como que no se la había aún cubierto la tierra. Por eso fue a sacarla de la fosa y la tendió en el rancho.