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El espacio hienden torres de la iglesia redentora que la cúpula cobija con los brazos de la cruz y del fondo de los siglos va la chispa inspiradora encendiendo en las conciencias los destellos de su luz. Con monjiles atavíos, tras las tapias del convento, se presiente que va pronto María Clara a parecer, evocando soñadora, ya dormido el pensamiento, la azotea do hizo Ibarra sus mejillas florecer.

No vamos por lo tanto á sacar á luz una nueva edicion de la regla de S. Benito y de los capítulos del concilio de Aquisgran; vamos solamente á trazar con rasgos caracteriscos una breve filiacion de los valientes soldados de la hueste benedictina, y solo por lo que interesa el saber qué especie de vida interior hacian bajo su santa bandera, aquella animosa monja que burlando la vigilancia del convento fué por entre las nocturnas tinieblas atravesando montañas, bosques, peligrosos barrancos, hasta llegar con el alba á la corte sarracena; aquella otra venerable abadesa, que salia á la ventana del muro divisorio entre las dos clausuras del monasterio Tabanense, para ver de agasajar á Jesucristo en la persona de sus pobres despues de haber gastado su gran patrimonio en fundar aquella casa; toda aquella legion de mártires en suma, arriba mencionada, que en los períodos de persecucion, y como por secciones, iba bajando de la Sierra á la orgullosa corte de los Amires á fortificar con su sangre los retoños de la cruz que presumian estirpar los infieles.

La cruz del misionero salvó el malayo suelo, y señaló la ruta que nos conduce al cielo sembrando en nuestras almas cien rosas de virtud, y el hierro de Legazpi defendió nuestras tierras de las piraguas moras en fratricidas guerras librando nuestra estirpe de horrible esclavitud.

Cerdos y ranas se acoplaban en monstruosos ayuntamientos; los monos, con gesto innoble, se retorcían en lúbricos espasmos, y pajecillos entrelazados en posición contraria hundían la cabeza en la cruz de las calzas del compañero.

Otra estocada del mismo género, quedando descubierta la hoja de acero en más de una mitad. No se arrima comenzaban a protestar en los tendidos . Les ha tomao asco a los cuernos. Gallardo abría los brazos en cruz frente al toro, como dando a entender al público situado a sus espaldas que el animal ya tenía bastante con aquella estocada y que de un momento a otro iba a caer.

A solas ya en su estudio, cuando abrió la destrozada funda, quedóse ella misma admirada: era aquello una preciosidad artística de valor inmenso, un marco de plata cincelada, obra admirable de orfebrería del siglo XVI, que ostentaba cual noble ejecutoria, esculpido en el pedestal de una de sus mil bellas figurillas, el nombre ilustre de Enrique de Arfe, autor de la custodia de Córdoba y de la llamada Cruz antigua.

Es que ella sabía que los muertos se levantan como ánimas en pena cuando no tienen una cruz sobre su tumba, y temía a las ánimas en pena casi tanto como al Chucro... Extrañando que se retardara tanto afuera, el Chucro salió del rancho a buscarla... La halló de rodillas colocando su cruz al comisario. ¡Era la primera vez que Pepa le desobedecía!

Pero no por eso se echó como débil mujerzuela a llorar tristezas, sino que después de publicar un manifiesto de levantado espíritu patriótico, continuó, con más bríos si cabe, la tarea enorme de hacer patria, tarea que fue sobre sus hombros una cruz, semejante a la que llevara, a través de su calle de Amargura, el Cristo dulce y bueno de los cristianos.

Yo te entrego la flor de mis amores, mi lauro eterno, mi triunfante palma; te entrego así mi corazón y mi alma pero nunca la cruz de mis dolores. Seca tus negros y divinos ojos, alza tu frente de oriental violeta, mi amor tu senda limpiará de abrojos... ¡Ya eres salva, mujer...! ¡Te ama un poeta! Nació en el arrabal de Tondo, de Manila, en 1876, falleciendo el 12 de Febrero de 1903.

Cascadas del Niagára y Tequendama Donde el agua de un mundo se derrama Para apagar de América la sed! Amazonas, Ontario, bello Plata, Donde la vírgen pura se retrata En la márgen bañándose los pies! Pampas inmensas, selvas olorosas, Del Andes cordilleras orgullosas Que corona la ardiente cruz del Sud!