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Ofrecióseles conciliar lo uno con lo otro disponiendo el decreto artificiosamente, de suerte que la corteza de la letra, á que habian de mirar los infieles, sonase á prohibicion de presentarse al martirio, pero que bien mirado el sentido, cual podian conocerle los prudentes cristianos, no incluyese ofensa de los mártires . Pero esta resolucion causó escándalo entre los cristianos ignorantes, desagradó á los mas ilustrados, y fué objeto de severas impugnaciones; causa tambien de reprobaciones y persecuciones nuevas.

Acaeció, pues, que un día, estando en un terrado de nuestra prisión con otros tres compañeros, haciendo pruebas de saltar con las cadenas, por entretener el tiempo, estando solos, porque todos los demás cristianos habían salido a trabajar, alcé acaso los ojos y vi que por aquellas cerradas ventanillas que he dicho parecía una caña, y al remate della puesto un lienzo atado, y la caña se estaba blandeando y moviéndose, casi como si hiciera señas que llegásemos a tomarla.

La monarquía asturiana y leonesa, tan llena de gloria antes, cubierta de oprobio ahora por el forzado reconocimiento de Castilla como condado independiente, y por haber trabado alianza con los infieles para domar á sus vasallos sediciosos, cree llegada su hora postrera: el victorioso Almanzor pasea por ella sus banderas triunfadoras y nunca humilladas, invade las marcas españolas, apodérase de Barcelona, conquista á Leon forzando sus montañas y obligando al enfermizo Bermudo á refugiarse en Oviedo con sus tesoros y reliquias, entra en Galicia asistido de caudillos cristianos traidores que reciben del pródigo hagib pingües remuneraciones , alarga la pujante mano á Santiago de Compostela, á la famosa Caaba de los bautizados de Occidente, y vuélvese á Córdoba á ocupar con magestad el usurpado trono, haciendo que los míseros vencidos acompañen á sus veloces ejércitos llevando en hombros las campanas bendecidas del gran templo profanado.

Horrorosa muerte de un indio apóstata; efectos de la justicia divina I 155 Hospitalidad y fiestas que celebran los indios del pueblo de San Rafael en honor á sus huéspedes I 175 Hostilidades de los indios Guaycurús á los Misioneros II 99 Hostilidades de los indios Payaguás á los Misioneros I 187 Huída de los cristianos que fueron hechos esclavos de los indios Payaguás II 120

Como los turcos vieron aquel cuerpo de guardia en aquella parte, no osaron pasar adelante, y los cristianos, no teniendo otra orden, se volvieron todos al fuerte, y al retirarse mataron al capitán Carlos de Haro y al alférez Nuncibay, porque la escaramuza fué muy trabada; y si este día, por lo que se vió, salieran 2.000 infantes, como los capitanes y soldados lo deseaban y decían públicamente, desbarataban todo el campo de los turcos, y así lo decían ellos mismos, y la jornada fuera acabada; pero D. Alvaro de Sande nunca quiso ni tuvo por bien de hacello, movido por ciertos respetos que á él le parescieron.

Cuando salieron estos desdichados de sus tierras, viendo los cristianos que muchos de ellos caminaban mui fatigados, enfermos i convalecientes i yendo á pie ó en malas cabalgaduras, moviéronse á lástima; i así es fama que solian exhortarlos para que recibiesen el agua del bautismo, i pusiesen fin á sus infelicidades presentes, i á las que estaban por venir.

Vete a tu tierra en buen hora. ZARA. Déte el cielo mil vitorias, Caudillo de los cristianos. Vase ZARA. CABR. ¡Qué rotas tiene las manos! PÁEZ. Y ¡qué llenas de honra y glorias! Sale PERALTA, soldado. PER. Aquí, señor, está el moro Que viene por el rescate Del sargento. NARV. ¡Buen quilate Descubre esta vez el oro! No tengo un real, ¡por Dios!

Estando Capitana y Almiranta Entrambas al traves, sale la gente A tierra, se aloja alegre y planta Haciendo sus chozuelas prestamente. El Zapicano ejército se espanta, De ver tantos cristianos de presente, Y acuden con gran copia de venados, Avestruces y sábalos, dorados.

En el puerto, los pescadores, disfrazados de musulmanes y de guerreros cristianos, fingían a trabucazos y estocadas sobre sus pobres barcas una batalla naval, o se perseguían por los caminos inmediatos a la costa.

Estos, pues, no mucho después, deseando salir de la gentilidad y hacerse cristianos, se vinieron á vivir y hacer sus casas en nuestra Reducción de San Juan Bautista.