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La flojedad, el abandono de Mariana crispaban sus nervios, daban lugar a agrias contestaciones y a reyertas frecuentes. Ella se defendía suavemente. Alegaba que sus padres no la habían criado para jornalera, porque tenían medios suficientes para hacerla vivir como señora. Con esto D. Julián se enfurecía aún más; gritaba que todo el mundo tiene el deber de trabajar, por lo menos de hacer algo.

ALVAR. Aquí podéis escuchar, Que parece algarabía. Canten dentro. En Cartama me he criado, Nací en Granada primero, Y de Alora soy frontero Y en Coín enamorado. Aunque en Granada nací Y en Cartama me crié, En Coín tengo mi fe Con la libertad que di. Allí vivo adonde muero, Y estoy do está mi cuidado, Y de Alora soy frontero Y en Coín enamorado.

No, por cierto, sino que lo hace por el estorbo que le dará mi presencia cuando quiera poner en ejecución sus malos deseos; ni penséis que la ha movido a mudar religión entender ella que la vuestra a la nuestra se aventaja, sino el saber que en vuestra tierra se usa la deshonestidad más libremente que en la nuestra''. Y, volviéndose a Zoraida, teniéndole yo y otro cristiano de entrambos brazos asido, porque algún desatino no hiciese, le dijo: ¡Oh infame moza y mal aconsejada muchacha! ¿Adónde vas, ciega y desatinada, en poder destos perros, naturales enemigos nuestros? ¡Maldita sea la hora en que yo te engendré, y malditos sean los regalos y deleites en que te he criado! Pero, viendo yo que llevaba término de no acabar tan presto, di priesa a ponelle en tierra, y desde allí, a voces, prosiguió en sus maldiciones y lamentos, rogando a Mahoma rogase a Alá que nos destruyese, confundiese y acabase; y cuando, por habernos hecho a la vela, no podimos oír sus palabras, vimos sus obras, que eran arrancarse las barbas, mesarse los cabellos y arrastrarse por el suelo; mas una vez esforzó la voz de tal manera que podimos entender que decía: ¡Vuelve, amada hija, vuelve a tierra, que todo te lo perdono; entrega a esos hombres ese dinero, que ya es suyo, y vuelve a consolar a este triste padre tuyo, que en esta desierta arena dejará la vida, si le dejas! Todo lo cual escuchaba Zoraida, y todo lo sentía y lloraba, y no supo decirle ni respondelle palabra, sino: ''Plega a Alá, padre mío, que Lela Marién, que ha sido la causa de que yo sea cristiana, ella te consuele en tu tristeza.

El ayuda de cámara, con una confianza extemporánea y molesta para él, murmuró: Esperan á la señora marquesa... Les he dicho que el señor había salido. No añadió más el criado; pero la expresión maliciosa de sus pupilas le hizo adivinar que los que esperaban eran acreedores. El suicidio del banquero había dado fin al escaso crédito que aún gozaban los Torrebianca.

Esta pobre mosca se mueve violentamente, patalea estremecida de terror. No, no se marchará; Ron la tiene bien cogida. «Las moscas debe de pensar él, que, como hombre de grueso abdomen, será conservador, y como conservador, creerá en las causas finales ; las moscas se han hecho para los saltadores; yo soy saltador, luego esta mosca ha nacido y se ha criado para que yo me la coma

En este castillo encontró un pronto asilo el Rey D. Pedro el Ceremonioso, cuando alterado el reino con la Union, celebrando córtes en el convento de Santo Domingo de Zaragoza, llamó en ellas traidor al infante D. Jaime su hermano, é impuso silencio á D. Juan Gimenez de Urrea Sr. de Viota, que quiso salir á la defensa del infante, lo que dió lugar á que un criado de éste abriese las puertas y entrase la multitud enfurecida, con cuyo motivo sacaron el Rey y los de su acompañamiento las espadas.

Lo mejor de Sevilla había ido a verla con motivo del accidente en Tablada, y él no. Ya sabes que un torero debe estar bien con la gente que vale. Hay que tener educación y demostrar que no es uno un gañán criado en los herraderos. ¡Una señora de tanta importancia, que te distingue y te espera!... Nada; yo iré contigo. ¡Ah! ¡Si usté me acompaña!...

El conde de Lemos había llegado al obscurecer, y no encontrando á la condesa en su casa, se había ido á la del duque de Lerma; entonces, me metí en la primera taberna que encontré, escribí una carta al conde avisándole de que su esposa se solazaba en aquellos momentos con un galán en la quinta del río, llevé la carta á casa del duque de Lerma, la entregué con un doblón á un criado para tener seguridad de que la carta había llegado á manos del conde, y sin esperar la respuesta, que no era para esperada, fuíme de allí al mesón del Bizco, alquilé dos caballos, y por lo que pudiera tronar me fuí á rondar la quinta.

Los mancebos, con sólo un criado y a caballo en dos muy buenas y caseras mulas, salieron a ver la fuente de Argales, famosa por su antigüedad y sus aguas.

El joven que atravesó lentamente el patio y se acercó a la cancela mirándome fijamente no tenía nada de árabe, si bien se reparaba: flaco, largo, pálido, con una nariz ¡qué nariz, cielo santo! que merecía los honores de trompa, los ojos pequeños, el pelo lacio. Vestía decentemente, por lo que vine a entender que no era criado; pero traía los pantalones cinco dedos lo menos más cortos de lo justo.