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Creen, y creen bien, que una brisa estancada no seria buena para mecerse sobre las florestas de un paraíso; creen, y creen mal, que lo primero es renovar el aire, sin consultar si el aire nuevo está más dañado.

Los que conocen poco a don Juan creen que es un libertino vulgar, empeñado en jugar al Tenorio: en realidad, es un hombre que ha puesto sus facultades, potencias y sentidos al servicio de sus gustos, con el entusiasmo y la tenacidad propios del que consagra a un invento la existencia.

Parto de mil ideas generosas Que volaron en chispas luminosas Por todo el continente de Colon. La Revolucion del 25 de Mayo de 1810, no fué la primera de América, como algunos lo creen.

Algunos creen ver en estos cánones la prueba i grande del escesivo número de judíos que habia entonces en España; pero yo encuentro otra mayor para llevar la opinion contraria, en las leyes de los visogodos, cuya recopilacion vulgarmente es llamada Fuero Juzgo.

La defensa que hacen algunos de Goethe en este punto, es peor que la acusación. Presupone una doctrina más absurda que la de aquellos que creen que para adelantar en ciertos oficios se necesitan terribles experimentos.

Los códigos, sin embargo, no lo creen así, y este error esencial de la legislación hace que los códigos sean unos libros mucho más divertidos que las novelas. Pero dejemos este punto para otra oportunidad. Gracias al nombre que nos dan en la pila y en el registro, el mundo tiene cierta apariencia de orden.

Los isleños de las Canarias, que son gente de mucha fuerza, creen que el palo no es invención del inglés, sino de las islas; y que es cosa de verse un isleño jugando al palo, y haciendo el molinete. Lo mismo que el luchar, que en las Canarias les enseñan a los niños en las escuelas.

Cura de misa y olla nada más; pero ¡lo que he trabajado en esta vida! ¡y lo que me queda que penar!... Mi cuñado es infeliz, un buen hombre, que no sirve para nada, y yo tengo que mantenerlo, y a la pobre viejecita, y a mi hermana, y a todos los sobrinos, que se creen superiores a los demás del pueblo porque cuentan con un tío cura.

El viajero colombiano que recorre los caminos que cortan las Sierras españolas, no puede menos que sonreír con desden, al recordar que hay en Colombia perezosos fatalistas que creen que los Andes han condenado á la incomunicación á los pobladores de muchas comarcas montañosas del Nuevo Mundo.

6 Y cualquiera que hace tropezar a alguno de estos pequeños que creen en , mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo!