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Estas mujeres venían a constituir algo así como la resaca de Europa. La guerra las había arrojado a estas playas pintorescas, y aquí siguen, ya algo familiarizadas con las costumbres de los indígenas.

Como dice Renan, "el estado habitual de Atenas era el terror. Jamás las costumbres políticas fueron más implacables, jamás la seguridad de las personas fue menor. El enemigo estaba siempre a diez leguas; todos los años se le veía aparecer; todos los años era necesario guerrear con él. Y en el interior, ¡qué serie interminable de revoluciones!

No pocos viajeros se rien de esos y otros rasgos curiosos; por mi parte diré que todo eso me encanta, porque la pulcritud es, en mi concepto, la prueba material del sentimiento de la dignidad y de la pureza moral, ó del candor de las costumbres ó las inclinaciones de una persona ó de una sociedad.

Antes de cerrar este capítulo, bueno es que digamos, para que no se nos tache por algunos de exagerados, que la fiesta que hemos descrito es propia de las cabeceras ó pueblos de primer orden y no de los pequeños, en que no hay recursos ni elementos. Costumbres. Fiestas. El bínyagan El unang pag paligo. El diariuhan.. El labac, el pulong y la aniyaya.. El suizan. El tañido del tambulic.

Y por lo menos exigirá a los presentados la cédula del cumplimiento pascual. Y el certificado de buenas costumbres del cura párroco... ¡Qué delicia!... ¿Y abrirán el baile rezando el rosario?... Como que tocará el cuarteto de la capilla real, y se cantarán en los intermedios los Gozos de san José.

Tolerábase entre ellos la poligamia, y no habia sumision recíproca entre los esposos, los que se desuinan, cada cual á su antojo, bajo el pretesto mas fútil, y muchas veces por formar otros lazos. La muger adúltera era castigada entre tanto, no solamente por su marido, sino tambien por todos sus deudos ¡tan grande era la veneracion que se tenia por la pureza de costumbres!

La joven, viendo a todas horas a estas gentes de aspecto terrorífico y costumbres pacíficas, ya no las tuvo miedo. Las mujeres, por su parte, en fuerza de contemplarla junto a la ventana trabajando en los corsés, acabaron por sentir admiración.

Pero estos inmensos canales excavados por la solícita mano de la Naturaleza, no introducen cambio ninguno en las costumbres nacionales. El hijo de los aventureros españoles que colonizaron el país, detesta la navegación y se considera como aprisionado en los estrechos límites del bote o la lancha.

De esta educación francesa quedábale, amén de muchas costumbres que chocaban abiertamente con las nuestras, una pronunciación extranjera que se esforzaba en disimular y una exquisita y un tanto afectada urbanidad en sus modales, que se grababa profundamente en la memoria de cuantos le trataban.

Alejo era un joven bastante feo, hijo de honrados padres, chico de estudio, de sanas y muy honestas costumbres, pobre de solemnidad, y bueno como una manzana. Vivía encajonado en su buhardilla, y desde allí contemplaba los gorriones que iban á pararse en la chimenea y los gatos que retozaban por el tejado.