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De estas dos últimas naciones, los que viven lejos de la costa cazan á pié, siendo muy ligeros, y criados en este ejercicio desde la niñez. Envíase de Valdivia y de otros puertos del mar de Chile gran parte de los víveres necesarios para los misioneros, y guarnicion española que está en Chile.

Aquesta embarcacion deja entenderse El fin con que Candinh la fabricaba, Para poder con ella bien meterse En puerto: que tomar imaginaba Alguna tierra, pueda valerse, Y aquesto su designo le guiaba; La fama por la costa se estendia, Que para el Argentino la hacia.

Hubo en el Cabildo épocas de negra intransigencia en que se persiguió la manía de Ripamilán como si fuera un crimen, y se habló de escándalo, y de quemar un libro de versos que publicó el Arcipreste a costa del marqués de Corujedo, gran protector de las letras. Por este tiempo fue cuando se quiso excomulgar a don Pompeyo Guimarán, personaje que se encontrará más adelante.

Al cabo de una hora de marcha atracaron por fin, no sin algún trabajo, a su peñascosa costa. Después necesitaron subir por estrecho y peligroso sendero labrado en la roca, para encontrarse al fin en tierra firme y llana. La Isla no merecía este nombre.

1143 Y después de estas palabras que ya la intención revelan, procurando los presentes que no se armara pendencia, se pusieron de por medio y la cosa quedó quieta. Martín Fierro y los muchachos, evitando la contienda, montaron y paso a paso, como el que miedo no lleva, a la costa de un arroyo llegaron a echar pie a tierra.

Es decir, quieren a toda costa persuadirme de que soy un quídam que ha buscado su negocio y lo ha hallado al fin... ¿Qué palabras son esas, Tristán, tan feas... tan indignas de ti?

Esta isla que tiene más de cuatrocientas millas de costa, es casi desconocida, cual sucede en el Archipiélago con otras muchas y dilatadas comarcas. Los habitantes del interior de la isla de Mindoro, han sido poco estudiados.

Del lado del oriente la costa se extiende en una faja angosta y de líneas curbas y caprichosas, en la direccion de Vélez-Málaga y Motril.

Si después de tres siglos de lucha, hoy, que por la superioridad del armamento contamos con ventaja para combatir al enemigo, empleásemos los dilatorios elementos de tiempo y constancia, sería delatar una impotencia que estaría muy lejos de representar los enérgicos latidos de patriotismo que hoy repercuten en todo pecho español, anhelando á toda costa el engrandecimiento nacional.

Mientras las luchas religiosas desgarraban el seno de Francia; mientras gemía la Alemania bajo el peso de la guerra de los treinta años, gozaba España de paz y tranquilidad interior, cuyo bien, aunque comprado á costa de la libertad y del progreso en la gobernación del Estado, no deja también de ofrecer ventajas relativas, comparándolo en sus inmediatos efectos con los debidos en aquellos países á las guerras de religión.