United States or Morocco ? Vote for the TOP Country of the Week !


Luego, la piedad maternal la invade, y semejante a la Niobe antigua, deja correr dos lágrimas por sus hijos tan prematuramente muertos. ¡Una vez en el agua, reune la prole salvada y no hay madre más cariñosa! . ¡Qué odio por el caimán! ¡Con qué alegría los bogas marineros, descubriendo con su mirada avezada una turba de cocodrilos sobre un arenal lejano, nos daban el grito de alerta!

La loca fortuna del principal contagiaba al dependiente, y éste, a pesar de su carácter frío, se sentía animado por el deseo de correr el azar ganando una fortuna en unos cuantos meses o arruinándose para siempre.

La regeneracion de las bellas artes corre y debe correr parejas con la de las ideas y las costumbres: y así como hoy no es posible reconstituir ninguna literatura con elementos gastados é ideas que han terminado su época, tampoco es dable producir la regeneracion artística, si el artista no busca sus inspiraciones en las necesidades, las creencias y las situaciones modernas.

Perdone usted le respondía yo; aquí no hay carreras. ¿No gustan de correr los jóvenes de las primeras casas? ¿No corren aquí siquiera los caballos?... Ni siquiera los caballos. Iremos a caza. Aquí no se caza: no hay dónde, ni qué. Iremos al paseo de coches. No hay coches. Bien: a una casa de campo a pasar el día. No hay casas de campo, no se pasa el día.

Las fuerzas ciegas del mal iban á correr libres por el mundo. Empezaba el suplicio de la humanidad bajo la cabalgada salvaje de sus cuatro enemigos. Las envidias de don Marcelo El primer movimiento del viejo Desnoyers fué de asombro al convencerse de que la guerra resultaba inevitable.

Y por lo mismo que él se creía incapaz de ser artista, en el sentido de echar a correr sin más que la flauta, por lo mismo admiraba más y más a aquellos hombres, que eran indudablemente de otra madera.

No se avergonzó de que su confesor la hubiera visto en tal situación.... Le saludó amable, bulliciosa, y volvió con Obdulia, con Visita y con Edelmira a correr por la huerta, seguidas de Paco, Joaquín, don Álvaro y don Víctor.

Alea jacta est!... Una vez entregados los sellos, imposible era colocarlos en su lugar y devolver los papeles, conservando copia de ellos, como había sido su primera idea, y hacíase preciso correr los riesgos de aquel audaz atentado, sin que hubiese ya lugar al arrepentimiento.

Ella sacudió la cabeza; pero en el mismo instante dos lágrimas destacábanse lentamente de sus grandes ojos: sintiólas correr sobre sus mejillas; hizo un gesto de despecho, luego arrojándose repentinamente sobre la cruz de granito, cuya base le servía de pedestal, abrazóla con sus dos manos, apoyó fuertemente su cabeza contra la piedra, y la sollozar convulsivamente.

Desde entonces pasaba horas y horas acicalando la espada en sus menores intersticios; y se complacía en sacarla a la luz para hacer correr una llama de sol a lo largo de la hoja, en empuñarla y blandirla con fuerza, en hacerla resoplar en el viento.