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Entonces me dije, yo no si con fundamento: Esa mujer se está componiendo para parecer mejor. ¡Ah, y qué mal pensador sois! dijo la Dorotea. En efecto, cuando os presentásteis veníais tan compuesta, como podíais estarlo en el convento.

No era ya hora de visitar el convento; lo dejamos para el día siguiente. Pasamos, sin embargo, por delante de él cogidos del brazo. Era un edificio grande y vetusto, con dos torres almenadas, que había sido palacio o casa solariega de un título y estaba situado en una plazoleta con árboles. Mira me dijo mi esposa con enternecimiento : ¿ves aquellas dos ventanitas de la torre?

El convento... ¿Sería una casa de sanidad? ¡Horror! ¡Su hija encerrada entre criaturas dementes y condenada a encierro perpetuo! Después, Marta rechazó esta idea y pasó a suposiciones menos atroces. Las palabras de Mathys le habían hecho pensar que se dejaba llevar por suposiciones mal fundadas.

Mil setecientos turcos y africanos, lo peor de la piratería, tomaban tierra atraídos por la riqueza del pueblo, y más aún por el deseo de asaltar cierto convento de monjas, donde vivían retiradas del mundo jóvenes hermosas y de ilustre familia.

De estos cuadros, que permanecieron en dicho convento hasta 1810, fueron algunos, tras bastante tiempo, llevados al Museo Provincial, donde en la actualidad se encuentran, á más de dos medios puntos en tabla que representan á San José y el Niño trabajando, y la muerte del mismo santo.

El sargento mayor había tomado por las callejuelas de la parte de arriba del convento de San Gil; habla entrado con la Dorotea en la calle de Amaniel, se había parado delante de una casa que estaba herméticamente cerrada, y había dado sobre su puerta tres golpes fuertes.

Y cuando vayamos cabremos todos. Allí hemos dormido, cada cual con entera independencia, más de veinte personas advirtió Álvaro. Es claro; aquello es un convento. No se hable más, no se hable más. ¿Cómo que no se hable más? ¿Y mi delicadeza?

María Calderón, poco después del nacimiento de este hijo , para expiar las faltas de su vida anterior, entró en un convento de monjas, en donde, estimada generalmente, llegó á la dignidad de superiora. Bárbara Coronel, llamada la Amazona, porque, descontenta de la debilidad de su sexo, se vestía de hombre casi siempre, viéndosele de ordinario á caballo.

El Padre Alesón había dicho a Belarmino que Angustias viviría, hasta el día de la boda, en el convento de las Carmelitas, en las afueras de Pilares. Belarmino solicitó permiso para ir por las tardes a pasear en torno al convento. Siempre que usted me prometa no intentar ver a su hija, yo le concedo permiso. Belarmino prometió y cumplió. Los primeros días llovía irremisiblemente.

Las cuatro paredes del refectorio siguen de pie; pero el techo, que se hundió de resultas del incendio, ha formado una alta masa de escombros dentro de la estancia. Hoy se trabaja en sacar aquel cascajo, y ya van apareciendo los alicatados de azulejos que revestían el zócalo de los muros. El Convento de Novicios subsiste, aunque en muy mal estado.