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Este contratiempo no amengua el valor del soldado, y al siguiente día, tras terrible asalto, es tomada la fortaleza realizándose para ello prodigios de valor temerario; en esta jornada modelaron nuestros soldados con ríos de sangre generosa la más gloriosa página que registra la historia militar de la dominación española en Mindanao.

No puede ser.... La operación de facturar termina siempre a tiempo suficiente para que los viajeros tomen el tren.... Algún incidente imprevisto, algún contratiempo debió de ocurrirle. ¿No le parece a usted... diga usted con franqueza... lo habrá hecho a propósito, eso de dejarme?

Descontento Abdallah con tal contratiempo, persiste, sin embargo, en su propósito de poseer á la bella Leonor, y acude con tal propósito al rey Mauregato. Este, que es enemigo de Nuño, se apresta á acceder á sus deseos; la casa de Nuño, en Simancas, es cercada por hombres armados, y sus hijas, con otras cinco señoras de la ciudad, se reservan para entregarlas á los moros.

Y el Conde supo cumplir su firme decisión. Conquistas más fáciles le consolaron y distrajeron de aquel ligerísimo contratiempo. Mil veces más mortificado quedó en esto el orgullo de Elisa que el del Conde. Poco acostumbrada Elisa a que los galanes desistieran tan pronto de pretenderla y se retirasen además con tan glacial reposo, se sintió algo picada, si bien disimuló el pique.

Todo el que parte de Europa para atravesar el Atlántico, habiendo salido sin contratiempo de nuestros puertos, cerrados con harta frecuencia por el viento Oeste, después de haber franqueado la zona variable de nuestros mares inconstantes, no tarda en penetrar en la del buen tiempo, á la eterna serenidad que los vientos de Noroeste, los suaves vientos alisios, dan al mar y la tierra.

¿Y no ha tenido usted ningún contratiempo en el camino? Ninguno. Aquí hay algunos papeles que hay que entregar al rey. ¿Quiere usted entregarlos o que se los entregue yo? No tengo más encargo que dar estos sobres y, si hay contestación, volverla a Bayona. ¿No es usted carlista? preguntó el general, sorprendido del tono de indiferencia de Martín. Vivo en Francia y soy comerciante.

Raro era el domingo en que no salían de las Escuelas dos o tres señoritos con la cabeza rota. Pablito había librado, hasta entonces, bastante bien, gracias a su fidelísimo Piscis, que se encargaba de llevar por él los garrotazos que se le destinaban. El único contratiempo que padecía en la mayor parte de las reyertas, era la pérdida del sombrero.

La inmovilidad del buque los colocaba en una situación algo ridícula: ellas oprimidas en sus vestidos flamantes, con grandes sombreros, sin atreverse a tomar asiento por miedo a ajar las faldas; ellos con el bastón en la mano, sufriendo el tormento del cuello alto entre las demás gentes que conservaban los cómodos trajes de viaje. ¡A saber cuándo podrían desembarcar!... Todos se lamentaban con gestos teatrales de este contratiempo de última hora.

Perdóneme usted que la moleste, querida amiga dijo juzgando de una ojeada la situación, pero la culpa la tiene un sueño, un estúpido sueño... He soñado que se había usted torcido un pie o que le había pasado algo que le impedía atravesar la plaza... Sería un contratiempo lamentable, pero nadie está obligado a lo imposible... Debe usted de reírse de mi credulidad... Perdónemela usted... Si soy tan indiscreto es con buena intención... Voy ahora al castillo, y en el caso de que tuviera usted que darme alguna comisión... nadie duda de la palabra de un notario...

En efecto, el joven, con la mayor premura, levantó la ropa de la cama de un solo golpe, echó el brazo fuera y trató de alcanzar el pantalón que yacía sobre una silla; pero aunque le faltaba poquísimo espacio, no pudo conseguirlo. Ó el brazo era muy corto, ó la silla estaba demasiado lejos. De todas suertes, el joven no había podido prever este contratiempo.