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Encaminándonos por él, encontramos en medio de un bosque, á un cuarto de legua de distancia, unas cuantas casas que tenian un piso alto, construccion propia para el lugar que me pareció muy húmedo.

Parecióme una construcción de venerable antigüedad, y no me equivoqué en el supuesto.

Pero a los pocos pasos se detuvo, volviendo la cabeza al no oír de nuevo el tamboril. El cantor se alejaba cuesta abajo, temeroso de molestar al señor con su música, e iba en busca de otro lugar solitario. Llegó Febrer a la torre. Todo lo que parecía de lejos piso bajo era una construcción maciza.

La Casa Real, residencia del Gobernador, es una destartalada vivienda de construcción mixta, predominando en ella la tabla y la nipa. La Administración de Hacienda tiene techo de hierro, y el Tribunal, pobrísimo edificio, es al par que casa municipal cárcel de partido.

Despues de cubrir la ribera, trepa hasta la cima de una colina casi abrupta, formando un laberinto de callejuelas, cuestas y graderías rígidas, de antigua y extravagante construccion, en cuyo centro se levantan la catedral, el palacio del Gobierno, la casa de detencion y otros edificios públicos, y gira un extenso paseo sobre las murallas de las antiguas fortificaciones.

Lástima que no corresponda nuestro material de guerra al valor y a la pericia de los oficiales. ¿Corren mucho las escalas? ¿Da mucho que hacer la dirección de un puerto? Pensaba presentar en el Senado una moción, pidiendo la construcción de dos acorazados. ¿Y Pablito, se divertía mucho en Sarrió? ¿Qué recursos ofrecía aquella villa a los jóvenes? ¿Había estado en Madrid?

La grande distancia que separa á estas dos capitales la recorre el viajero en doce horas, merced al excelente camino de hierro que las une. Al dirijirme desde mi hotel al embarcadero tuve ocasion de ver un largo y bien construido puente próximo á la estacion, que mas tarde he vuelto á ver y que se distingue por su elegante y sólida construccion.

Por un instante había creído encontrar remedio á su aburrimiento, entregándose á la borrachera de la construcción; sacando de la nada la nueva Bilbao; levantando barriadas de palacios sobre los campos yermos, con la misma facilidad que en los cuentos de hadas.

En el centro mismo del límite meridional de la alta planicie que domina la llanura, hay un hueco cubierto de espesa maleza, como indicio de haber existido allí alguna puerta, y desde este punto de la esplanada parte recta al mediodia por lo bajo de la campiña una especie de calzada que finaliza en un objeto informe de fábrica de argamasa y mampostería, pié tal vez de algun robusto torreon de entrada. ¿Sería este por ventura vestigio de aquella segunda puerta de entrada al alcázar árabe, por donde pasaron á caballo D. Ordoño y su introductor Ibn Talmís? ¿Sería aquella otra brecha que hemos visto en el declive meridional de la plaza rectangular la subida á la plataforma donde se apeó el rey destronado? ¿Ó sería mas bien esta misma plaza aquel famoso terrado de los tres pabellones donde tantas cosas memorables acaecieron?... Ultimamente, aquella singular planicie, obra evidente de los hombres y no de la naturaleza, ¿es un mero terraplen, ó es el resultado de un hundimiento que conserve quizá intacta la planta baja de alguna construccion palaciana? ¿Quién podrá hoy saberlo?

En el año de 1574 vino á Madrid una compañía italiana, dirigida por un cierto Alberto Ganasa, y dió una serie de representaciones, que merecieron general aplauso. Acostumbrados á los teatros de Italia, muy superiores á éstos, quisieron mejorarlos y hacer en su construcción útiles reformas.