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Bien pronto se reanimó la discusion, y Guy Patin se presentó como uno de los mas fogosos adversarios de un medicamento que debia conquistar un rango distinguido en la materia médica y ser preconizado contra todas las enfermedades ó poco menos.

, , era aquello algo nuevo, algo nuevo para su espíritu, cansado de vivir nada más para la ambición propia y para la codicia ajena, la de su madre. Necesitaba su alma alguna dulzura, una suavidad de corazón que compensara tantas asperezas.... ¿Todo había de ser disimular, aborrecer, dominar, conquistar, engañar?».

Alicia, al ver que, loco de celos, realizaba un acto absurdo para muchos batiéndose por ella, se sentía indudablemente halagada en su vanidad y le miraba con nuevo interés. «¡Las mujeres! pensó Lubimoff . Hay que conocerlas. Su admiración va instintivamente hacia el fuerte. Nada hay como una brutalidad oportuna para conquistar su afecto.

En sus andanzas, había viajado por los países más adelantados y modernos, observando muchas veces que el marido trabaja con una intensidad extraordinaria, pasando el día fuera de su domicilio en lucha áspera por conquistar el dinero, mientras la mujer se queda en su salón tocando el piano y recibiendo visitas.

Indudablemente, los árabes, antes del Islam, poseían cierta extraña cultura, en algunos puntos patriarcal y propia de pueblos nómadas y pastores; en otros puntos, como por ejemplo en la poesía, hasta refinada. Cuando entusiasmados por las predicaciones de su profeta, se arrojaron á conquistar el mundo, no se puede decir que fuesen bárbaros.

Los salvajes de América creían inmortales a los primeros europeos que llegaron a conquistar el nuevo mundo, y por eso los juzgaban omnipotentes, hasta que al ver sucumbir el primer español reconocieron el engaño y cesaron de venerarlos...

Cuando llegase la paz, no por esto se retiraría del mar. Quedaba mucho que hacer. Empezaría entonces la guerra comercial, la áspera rivalidad por conquistar los mercados de las naciones jóvenes de América. Planes audaces y enormes se esbozaron en su cerebro. En esta guerra tal vez fuese caudillo.

Del mismo modo induce a hacer este juicio la circunstancia no menos evidente y notoria, de que los demás jefes americanos, que vinieron después de las sonadas victorias del almirante, los Generales Merrit Anderson y Otis proclamaron al pueblo filipino que América no venia á conquistar territorios si no á librar á sus habitantes de la opresión de la Soberanía española.

Había intentado estudiar una carrera, pero la necesidad de ganarse el sustento le hizo abandonar los libros, rodando por las más diversas ocupaciones. ¡Era tan difícil en España conquistar el pan!... Después de hacer la guerra en Marruecos como español, había vagado por diversas repúblicas de la América del Sur, siempre en lucha con la miseria y la mala suerte.

Dominante ya en el Sur de Europa, la grande Orden se extendió pronto, conquistando y para conquistar.