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Y escapándose con ligereza subió media docena de escaleras que tenía la buharda y abrió de par en par la ventana. Una ola de luz viva, intensa y consoladora invadió súbitamente todo el desván y deslumbró a nuestro joven. ¡Aquí está, aquí está el Menino! gritó Marta desde arriba con entusiasmo . ¡Está muy cerca!... ¡Menino! ¡Menino!... ¡Ven acá, tonto!... ¡Toma, toma!... ¿No me conoces?...

Y volviéndose después a Jacobo, un poco pálida, pero perfectamente serena, añadió sin abandonar la ventana: ¡Creí que se mataba!... ¡Con estos diablos de niños no se gana para sustos! Jacobo habíase quedado aplanado en su asiento, y tartamudeó entonces: ¿Tienes aquí a Monina?... ¿Pues no la había de tener?... ¿Quién me separa a de mi niña?... ¿ no la conoces?... ¿Quieres verla?...

¡Gaznápiro! decía para don Bernardino, le tengo sentado en la boca del estómago; ¡no poder hacerle saltar sin escándalo! y ahí siempre, a la entrada, de cancerbero. Ahora no le veo, pero, cuando entré me miró como burlándose... ¡Otro más que lo sabe! ¡ah! ahora le veo... mírame bien, estúpido, ¿no me conoces? , soy yo, el mismo.

Y en esta existencia de vanidades satisfechas hasta el hartazgo, sólo una cosa le interesaba, por su variedad infinita, por sus fases, que parecían repetirse monótonas, pero en realidad eran distintas para los inteligentes de exquisito paladeo: el amor. Compréndeme, Miguel; no te rías en tus adentros. Me conoces demasiado para imaginar que yo puedo creer en el amor como la mayoría de los mujeres.

Concluida la lectura Navarro dio un suspiro y dijo: ¡Qué sed tengo!... Si quisieras echar agua de la alcarraza en aquel vaso que allí está y alcanzármelo.... Monsalud le dio agua, y luego que le vio aplacar su sed, diole otros papeles diciéndole: ¿Conoces esa letra? Son cartas de mi padre murmuró Navarro, devorándolas con la vista.

Padilla se desternillaba de risa, y Maxi observaba con atención simpática. «Pero es preciso que me ayudéis. , Padilla, que le conoces, sales, te haces el encontradizo, le hablas de literatura dramática, le entretienes un rato volviéndole la cara para allá; y entretanto, yo, con muchísimo disimulo, me escurro pegado a la pared, en el momento en que baja el bramante con el dulce.

Parece un pajarito que a todas horas está cantando. Nos tiene un cariño, un amor... que.... ¡Si te diga que pareces de la familia! ¡Qué cuidados con Carmen! Es muy viva, muy sabia; escribe que es un, ¡encanto! Ya conoces su letra; ella escribe cuando yo estoy con la jaqueca. La pobrecita ha sido muy desgraciada. ¡Dios le un buen marido!... Pues... pedírselo a San Antonio.

Si no haces causa común con ella contra , si confiesas una reconciliación con tu tutor, el diablo se desencadenará y entonces sabrás á ciencia cierta lo que es esa señora ... Porque, amigo mío, ahora no puedes juzgarla ... no la conoces.

Los que llegaban bajando los escalones de cuatro en cuatro eran un escudero francés y el caballero bohemio, con una herida en la frente el último. Habla, Godofredo, dijo Duguesclín al escudero. ¿Conoces alguna salida libre? La única es el subterráneo secreto que da al campo y por él han entrado esos bandidos con el auxilio de algún traidor dentro de la fortaleza.

¿Pero cómo? exclamaba ésta. Verás... voy á darte las señas... Es un caballero, no es un aldeano... guapo... rico... le conoces. Demetria permaneció un instante pensativa. ¿D. Antero? preguntó al cabo inocentemente. Flora soltó una carcajada. ¡Pero, niña, no estás sana de la cabeza! Si don Antero tendrá unos treinta años y yo voy á cumplir diez y ocho... ¿Me había de tener á los doce?