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Ya tengo con qué confundir al cura y convertirlo a mi opinión. Por la noche releí en mi cama la pequeña biografía. ¡Qué hombre tan simpático este Francisco I! me dije. Mas ¿porqué el autor habla sólo de su afecto a las mujeres? ¿Porqué no ha puesto que quería también a los hombres? En fin, después de todo, cada cual tiene sus gustos.

Discreto y afable, humilde, grave y silencioso cuando se hallaba en sociedad, procurando borrar y confundir su personalidad entre las demás, adquiría relieve cuando subía a la cátedra del Espíritu Santo, lo que hacía a menudo. Allí se expresaba con desenfado y verbosidad sorprendentes.

Y no por la ciencia, no por el presunto conocer, sino con humildad, desprendiéndome de todo afecto pasajero, de toda liviana inclinación a las cosas creadas, logré subir hasta el manantial inagotable de donde todas manan y en el amor del bien soberano cifrar y confundir todos mis otros amores, empezando por el de mismo.

La dependencia del efecto respecto á la causa, es algo mas que un simple enlace; decir que todo lo que está ligado por necesidad, aun cuando sea sucesivamente, y en un órden fijo, está ligado con relacion de causalidad, es confundir las ideas así vulgares como filosóficas.

En este caso ¿cuál es el objeto del acto intelectual? aquí una cuestion tan difícil como interesante. Es preciso no confundir las ideas generales con las indeterminadas, ni las particulares con las determinadas. Toda idea indeterminada es general: pero viceversa; la idea de ser, es general é indeterminada; la idea de inteligencia, es general, pero determinada.

Un loco; simpático años atrás, pero ahora completamente ido, intratable; un hombre que tenía la manía de la aclimatación, que todo lo quería armonizar, mezclar y confundir; que injertaba perales en manzanos y creía que todo era uno y lo mismo, y pretendía que el caso era «adaptarse al medio». Un hombre que había llegado en su orgía de disparates a injertar gallos ingleses en gallos españoles: ¡Lo había visto ella!

Yo no sabía que otro me amase... otro... Todo esto es bien simple... muy triste también... No hay que guardarme rencor, Juan. ¡Vivimos tan futilmente nosotras, las jóvenes! nos conocemos apenas; no sabemos dirigirnos, y nadie nos guía en la educación de nuestro corazón; nuestras madres no se atreven... nada es, pues, más fácil que confundir un sentimiento trivial con el verdadero amor.

Aún estaba allí la dama con el rostro vuelto hacia la ventana. Lázaro se volvió á acostar, y pasado un cuarto de hora en que caviló cuanto puede cavilar cabeza humana, se asomó de nuevo y vió la misma figura blanca, inmóvil en el mismo sitio y con los dos terribles ojos negros fijos en la ventana. Aquello le acabó de confundir.

He dicho ó parecia versar, porque si bien se ha observado el giro de la discusion, se habrá echado de ver que bajo el nombre de la cosa se ocultaba con frecuencia el significado de la palabra. Hay ciertas voces que expresando una idea general, aplicable á muchos y muy diferentes objetos y en los sentidos mas varios, parecen inventadas adrede para confundir.

Es de suma importancia para adelantar en el conocimiento de las cosas, distinguirlas bien entre , dividir físicamente por sus caractéres las que son diversas, no confundir jamas unas con otras; pero es menester tiento, observaciones, tiempo, y lógica para colocarlas baxo las nociones comunes de género y diferencia, así para difinirlas como para dividirlas, segun sus esencias.