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Comprendo que ansíen confesarse esas buenas mujeres de los huertos, que van en busca del cura caminando bajo el sol o la lluvia. Esta tarde necesito yo decirlo todo. Tengo aquí dentro un diablillo que empuja y empuja para echar afuera todo mi pasado. Pues hable usted. Si soy su confesor y merezco su confianza, algo voy adelantando.

Ya en la travesía, le salieron á Sebastián amigos y valedores. Admitido en poderosa casa de comercio, subió desde la plaza más ínfima á la más alta, siendo primero el hombre de confianza, luego el socio, por último el amo.

Sintió el agravio el Genovés, y quiso luego vengarse, pero no pudo hacerse dueño del Castillo, porque no tenia fuerzas para sustentarse solo de por , ni bastante gente de confianza para hechar los amigos de su tio; y así con esperanza de que hallaria en los Catalanes lo que deseaba, vino á Galípoli. No halló á los generales, y dió razon á Montaner de la ocasion que le trahía.

Lleva aquí dos días... No entiendo lo que pueda ser. ¿Qué te parece que hagamos? Nada, papá. Si habla, oírle; si no, dejar que pase el tiempo. Ya lo sabremos. ¿Ha venido a casa de sus padres? Bien venido sea. ¿No tiene confianza con nosotros? Pues no se la arranquemos por fuerza. Está frío, indiferente... No: él debe ser así. No es momento de charlar ni quiero molestarte ahora.

Guando hubo cesado de hablar, vio a la joven secar furtivamente una lágrima que corría por sus mejillas. Turbado él mismo, por un movimiento irreflexivo de simpática atracción, le tendió la mano. Juana retiró suavemente la suya tomando un aire circunspecto. Perdón dijo el joven , creía que éramos amigos. Todavía no articuló ella. ¿No tenéis confianza? ¿Parezco yo un hombre que os hace la corte?

»Con eso creció en todos la confianza; quise yo darles una bebida, no si purga ó bebida, porque no conocía su fuerza, con lo cual creció el mal; y no sufriendo los ardores de las fiebres ardientísimas, y haciéndose llevar al río, se arrojaron al agua para templar con lo exterior de aquel frío el calor de sus fiebres; y sin otro remedio quedaron todos sanos y salvosHasta aquí el V. P. Lucas.

fuiste virgen sin mancha, pero te casaste. ¡Sálvalo, Señora! ¡Señora, estuviste casada y tuviste un hijo. ¡Sálvamelo, Señora, para que nos casemos, aunque yo continúe virgen y no tenga ningún hijo! Felicita sintió que el pecho se le llenaba de confianza. Volvió al sofá. Inclinó la cabeza, pensando: «La Señora me lo salvará, y nos casaremos.

¿Y qué más? ¡Nada más que pueda decirse con palabras!..... ¡Cuando Romeo y Julieta confunden pensamientos y suspiros, y se miran y callan, y tornan luego á su incoherente diálogo, y se repiten lo que ya saben, y se lo vuelven á decir, interrumpiendo el raciocinio con el requiebro, y pasando bruscamente de la pena á la alegría, de la queja al entusiasmo, de la confianza á la duda, de la gratitud á los celos, del «¡Cuánto me quieresal «¡Ya no me quieres!» y del «Te quiero, pero no quiero», al «¿Me querrás siempre como ahora?»; cuando sus labios balbucean este monótono, eterno poema del amor, mientras que sus almas están asomadas á sus ojos, mirándose tan intensamente como se miran la mar y el cielo, y confundiéndose como se confunden el silencio y la soledad que los aislan, hay que llamarse Shakespeare para ser taquígrafo de semejante escena!

No decide, por lo tanto, si el P. Jacinto estaba atinado ó no en lo que decía; si hablaba guiado por el sentido común ó por la doctrina moral cristiana, ó por ambos criterios en consonancia completa; y no se inclina tampoco á creer que dicho padre tenía una moral burda y grosera, y el atrevimiento y la confianza de un rústico ignorante. Quédese esto para que lo resuelva el discreto lector.

Ninguno. Si el señor de Miranda es una persona formal. ¿Usted le llama el señor de Miranda? No... él ya me advirtió ayer que le llamase Aurelio.... Pero como aún no adquirí confianza... y él tiene más edad.... En fin, no se me venía a la boca.