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Luego de la comida iba a efectuarse en el salón el reparto de premios a los triunfadores en los juegos olímpicos y a las señoritas que se habían presentado con mejores disfraces en la fiesta del paso de la línea. Después de esta ceremonia empezaría el concierto, para el cual venían haciéndose tantos preparativos desde una semana antes.

Y todo esto ríe y canta con alegría. Cada cascadita tiene su voz, dulce ó grave, argentina ó profunda, produciendo en conjunto un encantador concierto que adormece el pensamiento, dándole, al igual que la música, un movimiento acompasado y rítmico.

Los negros la ocasion consideraron, Y acuerdan entre un ardid famoso: Los frenos á sus amos les hurtaron, Ardid sutil de guerra y peligroso. Entre ellos el concierto fabricaron, Con animo maldito y alevoso, Pensando que Francisca allí viniera, Y en libertad á todos les pusiera.

Repicaban las campanas con frenesí creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con el humo de la pólvora. Y las olas estallaban también suavemente en los peñascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel concierto gozoso de una naturaleza que sonríe pocas veces, sólo se oía la nota áspera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.

Pierda usted cuidado decía bajito Miranda a Pilar . Conquistaremos a ese hermano fiero, e irá usted una noche al Casino: ¡no faltaba otra cosa! ¿Se había usted de marchar de Vichy sin ver el teatro, y sin asistir al concierto? Eso sería inaudito. ¡Ay, Miranda! usted es mi ángel salvador.

La encontré en un concierto de beneficencia, donde cantó magistralmente unos aires húngaros, acompañada por Maraeksy y me quedé encantado por su belleza y por su aire majestuoso. En medio de las señoras del gran mundo que en el estrado prestaban su concurso á la función, Lea parecía una reina.

¡Y había que continuar el viaje!; ¡y cuanto más se anduviera, mayor altura se ganaría, y mayores, por consiguiente, serían los rigores de la intemperie! Con estas reflexiones, se le erizaban a don Simón los pocos pelos que tenía. Cuando acabó de vestirse salió en busca de su gente; pero se extravió en un laberinto de salones y pasadizos desmantelados y sin orden ni concierto.

Sus amos los caballos ensillaban A gran priesa, de miedo todos llenos, Y las espuelas calzan, y tomaban Las lanzas en las manos: mas los frenos No hallan, aunque mas los procuraban; Que fué concierto hecho de morenos, Que al blanco tienen tantos desamores, Cuanto son diferentes las colores.

Lo más extraño, lo más admirable era aquello... sus visiones de la noche memorable del concierto, de aquel concierto en que nacieron gran parte de las desdichas de su casa, la corrupción al por mayor metida en ella.

No pudo ser secreto este concierto, Alguno al capitan lo ha revelado, Y como fué en fuerte hora descubierto, Al clèrigo de un mastil ha colgado. Volvióse sin tomar Candish mas puerto, Habiendo todo el Orbe rodeado, Y entró en Inglaterra poderoso, Muy rico, muy contento y muy gozoso.