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Lo que sentía era tan nuevo, tan dulce, que llegaba a hacerle daño. El llanto le refrescó. Sonaron por tercera vez las campanas de la iglesia, respondiendo con un concierto bullicioso e ininteligible al canto claro y sosegado del mirlo. Andrés se levantó para oír misa. Estaba la iglesia no muy lejos de la rectoral.

En aquel pasajero letargo, seguí oyendo el estrépito de los cañones de la segunda y tercera batería, y después una voz que decía con furia: «¡Abordaje!... ¡las picas!... ¡las hachasDespués la confusión fue tan grande, que no pude distinguir lo que pertenecía a las voces humanas en tal descomunal concierto.

Un concierto al aire libre atraía enorme concurrencia. No era fácil que Martínez y la otra se exhibiesen ante esta muchedumbre. Se imaginó vivir en los tiempos de paz; haber retrocedido á uno de aquellos inviernos privilegiados que empujaban hacia la Costa Azul á los ricos del planeta. Las dos terrazas estaban llenas de gente de buen aspecto.

En efecto, poco sensible a las bellezas de la naturaleza, la indolente criolla, que no hubiera dado dos pasos para admirar el más maravilloso paisaje, no retrocedía ante media legua para ir a ahogarse en una sala de concierto escuchando a algún cantante parisiense mientras protestaba llena de convicción: Es por ti, hija mía, exclusivamente por ti.

Y como se le probaron Tantas maldades y errores, Los justos Inquisidores Al fuego le condenaron. Supose del moro acá, Y la muerte que le dieron, Porque luego lo escribieron Los moriscos que hay allá. La triste nueva sabida Por los parientes del muerto, Juran y hacen concierto De dar al fuego otra vida.

El órden admirable que reina en el mundo material, el concierto, la unidad de plan, que se descubren en él, no son una prueba mas concluyente de la existencia de Dios, que el órden, el concierto, la unidad que nos ofrece la razon en su asentimiento á las verdades necesarias.

Con él, no lo dudéis, despertará la inteligencia, se aguzará el ingenio, crecerán los ánimos y por fin entrarán en el concierto de los hombres civilizados los habitantes de este país. Mucho se rieron y celebraron las palabras del joven ingeniero.

Esta mañana me he detenido a la sombra de un viejo olmo, alrededor del cual, ciertos días de fiesta, los jóvenes, sin otro concierto que el que les daba un pobre músico ambulante, se reunían para dar muestras de su fuerza y agilidad, mientras que los ancianos, emocionados por los más deliciosos recuerdos, se contaban entre ellos algún acontecimiento notable de su juventud, ocurrido en semejante día.

Estuvimos juntos en un concierto, y esta mañana ha venido al Museo para encargarme que le viera á usted inmediatamente. Yo me he resistido á cumplir el encargo, pero usted sabe lo que son las mujeres. Además, esa joven tiene su genio... Total, que estoy aquí y repito lo que me han dicho. Calló un momento, y después de mirar á todos lados, añadió con tono misterioso: Esta tarde, en San Carlos.

Si durante el concierto los marineros habian suspendido su canto melancólico, mas bien por respeto á los demás que por amor artístico, al estallar el God save the Queen todos se detuvieron, suspendieron el trabajo y se pusieron á escuchar con recogimiento.