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Montenegro los veía pasar en fila, camino de la cárcel, entre las bayonetas y las grupas de los caballos, unos abatidos, como si les sorprendiese la aparición hostil de la fuerza armada «que había de unirse a ellos»: otros, asombrados, no comprendiendo cómo las cuerdas de presos despertaban tal alegría en la calle Larga, cuando habían desfilado por ella horas antes como triunfadores, sin permitirse el menor atropello.

En dos días me había tragado un número harto considerable de noticias referentes a la guerra, sacadas de la biblioteca misma de aquel extraño personaje. Tenía la cabeza mareada y corría grave peligro de equivocar los datos y decir algún disparate. Pero, comprendiendo que en la situación en que me hallaba hacía falta serenidad y osadía, me dispuse a responder con aplomo a todas las preguntas.

No pudiendo ni el Verbo Ser, ni el Sustantivo Hombre, ni el Adjetivo Racional, poner en orden á aquella gente, y comprendiendo que de aquella manera iban á ser vencidos en la desigual batalla que con los escritores españoles tendrían que emprender, resolvieron volverse á su casa.

Cuando la moneda hubo marcado el lugar de cada uno, don Marcos colocó al príncipe delante de una espada. Marqués: el sombrero dijo en voz baja. Lubimoff, comprendiendo esta indicación, se despojó del sombrero, arrojándolo á gran distancia.

Podrían verse allí todos los días; no queda un solo banco desocupado y en las avenidas y junto a los lagos desfilan los carruajes apretados, sin poder pasar, todos llenos de chicas que se saludan bajo las sombrillas de claros colores. Adriana no pudo dejar de sonreír, comprendiendo que Charito, a quien no faltaban sus pretensiones literarias, buscaba las palabras escuchándose hablar.

Ya irá comprendiendo el lector por qué al decir que todos los vecinos del consabido pueblo comían el pan amasado con el sudor de su rostro, exceptuamos a Simón Cerojo.

María, comprendiendo que su madre se moría, repuso: Mamá, lo que más importa es la salud del alma... Si Dios quiere llevarte, que te sorprenda en su santa gracia... ¿Pero... me muero..., hija mía? Dios solamente puede decirlo... ¿Quieres que entre el señor cura para reconciliarte? ..., que entre..., hija mía..., que entre... El cura entró y estuvo unos instantes a solas con la enferma.

Esta era que la prójima había recibido, por conducto de Patria, una esquelita en que se le anunciaba la reapertura del curso amoroso, interrumpido durante una quincena. «Esta alegría pensaba Maxi , ¿por qué será?». Y comprendiendo por instinto de celoso que echaba un jarro de agua fría sobre aquel contento, dijo a Fortunata: «Ya está decidido que nos iremos al pueblo.

Y los carabineros, excelentes muchachos que viven entre nosotros y son casi de la familia, hacíanse á un lado, comprendiendo la situación y no queriendo perder á unos pobres. ¡Á tierra, muchachos! gritaba nuestro patrón. Vamos á embarrancar. Lo que importa es poner en salvo fardos y personas. El Socarrao ya sabrá salir de este mal paso.

Donde quiera que mi espíritu se halle, allí estará, allí creará el centro de todo; y en la capacidad inmensa de su entender encerrará cuantos seres existen y pueden existir, y comprendiendo sus leyes, será como si se las impusiera, porque si Dios está en todas partes, más esencialmente está en el alma humana.