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La madre de Dorotea desaprobó, sin embargo, este compromiso con un mancebo pobre, y se propuso atraer á sus redes á un extranjero principal, á quien su sagaz hija, no creyendo conveniente rechazarlo por completo, retuvo con tibios halagos.

Apretó la sábana con las manos convulsas, y lanzó una serie de interjecciones brutales, entregándose a una de esas cóleras breves y terribles de los hombres sanguíneos. Antes que se hubiese apagado por completo, oyó tocar en la puerta suavemente. Figurándose que era su mujer, gritó con furia: ¿Quién va?

Y con el gesto completó su protesta. Después, al ver que el príncipe había quedado pensativo, añadió: ¡Cómo se conoce que estás harto!... Has conseguido en tu vida cuanto deseaste, y ahora quieres imponernos... El príncipe, como si no le hubiese escuchado durante su ensimismamiento, le interrumpió: Ya que no puedes vivir sin eso... ¡sea! No tengo empeño en martirizarte.

También el arte, esa facultad del cerebro humano de asimilarse la belleza de la naturaleza para producir obras revestidas de cualidades estéticas, representando con toda exactitud las impresiones recogidas por el estudio al amparo de los destellos del genio, encuentra en Filipinas entusiasta é idónea interpretación, lanzando á la culta Europa hombres que, como Luna y Tavera, bastan para justificar el perfeccionamiento rápido y completo de que es susceptible aquel pueblo.

debes ser también excepcionalmente juzgado. Tu vida de ahora es vida nueva por completo. Tu remozamiento casi es resurrección. Desecha remordimientos vanos. No te tengas por la misma persona que hizo sus votos en el convento de Sevilla.

Facundo pasa de largo hacia Mendoza, sin curarse de generales, infantería y cañones que a su retaguardia deja. He aquí la batalla de Chacón, que dejó flanqueado al ejército de Córdoba, que estaba a punto de lanzarse sobre Buenos Aires. El éxito más completo coronó la inconcebible audacia de Quiroga.

En las comedias religiosas desciende Moreto de la perfección, que imprimió Calderón en este género, al estado informe del mismo, que se nota en muchas de la misma especie de Lope de Vega y aun en las de Mira de Mescua, siendo extraño que un escritor como éste, que se muestra en otras obras suyas tan juicioso, tan instruído, de tan buen gusto y tan conocedor de su arte, nos ofrezca aquí sólo materiales groseros y mal trabajados, como si ignorase por completo las exigencias de la composición dramática. Los siete durmientes y San Franco de Sena ostentan sólo esas extravagancias incomprensibles y esos delirios, indicados ya por nosotros en diversas ocasiones, al tratar de las comedias de esta clase de los poetas á que aludimos, pero sin el ingenio que á veces se observa en las mismas, juntamente con los mayores absurdos. El primero de estos dramas nos ofrece la historia de Los siete durmientes. La heroína, al aparecérsele el Hijo de Dios mientras sacrifica á los dioses, abjura de sus creencias y recibe el anillo nupcial del Divino mensajero. Después, cuando debía casarse con el general Dionisio, obedeciendo las órdenes del emperador Decio, declara públicamente que, habiendo celebrado ya más santos desposorios, le es imposible casarse de nuevo; siendo tanta su elocuencia, que convierte al mismo Dionisio al cristianismo, como éste, por su parte, lo hace con sus seis hermanos. El Emperador, fuera de de ira, manda que los siete hermanos sean encerrados en una caverna para que mueran allí de hambre. En el último acto, muchos siglos después, se abre esa caverna, despiertan los hermanos del milagroso sueño en que han vivido tan largo tiempo, se encaminan á

De aquí que éstos hablen á veces de manera que, agrandándonos y aun deslumbrándonos, no convenga, sin embargo, por completo al carácter especial de los interlocutores.

Seis veces cada día pasa la diligencia roja, coronada de pasajeros, vestidos con camisas rojas, saliendo de improviso por los sitios más extraños, y desapareciendo por completo a unas cien yardas del pueblo. A este brusco recodo del camino débese tal vez que el advenimiento de un extranjero a Smith's-Pocket, vaya generalmente acompañado de una circunstancia bastante especial.

Otro día cojo al vuelo una frase; otro, percibo todo un diálogo; otro, hablo con ella y la guío con sutileza a que me confíe algún secretillo; otro, completo lo que ella me haya dicho con lo que otros me comuniquen acerca de ella misma; y así, poco a poco, he llegado a conocerla en puridad, porque he entrado en su drama. Cada vida es un drama de más o menos intensidad.