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Se dejó transcurrir por respeto un plazo de seis meses. Comenzaron al fin los preparativos de la boda. Sin embargo, hubo en ciertos instantes temor de que ésta zozobrase al tratarse la cuestión de intereses. La duquesa sólo ponía a disposición de su hijo una renta de treinta mil pesetas, que era lo que le correspondía por herencia de su padre.

Además del testimonio del Catálogo Real de España, que nos habla de las compañías de cómicos, que comenzaron primero á representar públicamente las piezas de Encina, hay otros, y no á mucha distancia de él, que nos revelan la creciente afición á las diversiones dramáticas.

Los clubs, que comenzaron siendo cátedras elocuentes y palestra de la discusión científica, salieron del círculo de sus funciones propias aspirando á dirigir los negocios públicos, á amonestar á los gobiernos é imponerse á la nación.

Entonces el muchacho se volvió y prorrumpió en un grito de entusiasmo: ¡Hullin! ¡El doctor Lorquin! ¡Materne! ¡Todos, todos, aquí están todos! Y comenzaron de nuevo los abrazos; pero ahora más alegres, con risotadas y apretones de manos que no acababan nunca. ¡Ah, doctor, es usted! ¡Ah, querido papá Juan Claudio!

Se volvió al amor y a las mujeres, y comenzaron las confesiones, coincidiendo con el café y los licores, sacatrapos del corazón. Entre la ceniza de los cigarros, las migas de pan, las manchas de salsa y vino, rodaron el nombre y el honor de muchas señoras. «Allí se podía decir todo, estaban solos, todos eran unos». Mesía hablaba poco, era su costumbre en tales casos.

Pero como las noticias eran cada vez más alarmantes, esto produjo en todos los montunos el efecto más desastroso, y comenzaron á llegar á las poblaciones carretas cargadas de muebles, gallinas y frutos, y á los destacamentos de la Guardia Rural venían los hombres con sus caballos á ofrecerlos al Gobierno, antes que las hordas de alzados se apoderasen de ellos.

Y haciéndose los demás pobres y pobras de su parte, y apagando las luces, comenzaron con los asientos y con las muletas y bordones a zamarrealle a él y a sus corchetes a escuras, tocándoles los ciegos la gaita zamorana y los demás instrumentos, a cuyo son no se oían los unos a los otros, acabando la culebra con el día y con desaparecerse los apaleados.

Los enemigos comenzaron á caminar la vuelta del fuerte diez días después de desembarcados, y firmáronse entre unos palmares, donde estuvieron tres días. Aquí se pudiera salir bien á hacerles daño, por estar tan cerca, que podía haber una milla entre su campo y el fuerte. Alcanzaba allá nuestra artillería.

Y los grupos comenzaron a desfilar en dirección opuesto a la ciudad; a perderse en la penumbra, sin querer oír los insultos de Juanón y los más exaltados. Estos, temiendo que la inmovilidad facilitase las deserciones, dieron la orden de marcha. ¡A Jerez! ¡A Jerez!... Emprendieron el camino.

Cuando comenzaron a llegar de los cuartos perfectamente disfrazados todos aquellos señores y señoras, tardó en reconocerlos; al pasar por delante de él le preguntaban acariciándole la cara: ¿Me conoces, Miguelito? Y él, después de mirarlos con atención, decía: , Fulano y esto le causaba un vivo placer.