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La estudié con mucho interés, porque, como todo el mundo, había encontrado á ese joven en sociedad y su familia me inspiraba vivas simpatías. No lo conocía con bastante intimidad para recusarme, pero para formar un serio empeño en poner en claro aquella conmovedora aventura.

Pero mi conflicto ahora no es con Carlitos, sino con mi propia familia. Mamá lo ha sabido. Y ya la conoce usted... Claro: ella quiere mi felicidad.

Conque hable usted claro, que estamos lejos y cae agua.

El lujo suntuoso de la gran dama madrileña ó toledaña, cubierta de terciopelos, de ricos encajes y de joyas, tiene que frotarse allí contra la capa raida de paño ya pelado, un tiempo carmelita claro y luego de un amarillo mugriento inescrutable, que es el ornamento indispensable del toledano, obrero, tratante ó mendigo, así como del manchego y todos los habitantes de las dos Castillas.

Pues, Quilito, sin darse cuenta de lo que hacía, con tal de que el prestamista le diera lo que necesitaba, ofreció la garantía, ¿de quién te parece? ¡de Esteven! ¿comprendes ahora? ¿no? está bien claro, Pablo; dijo Esteven como hubiera dicho cualquier otro nombre conocido en el comercio...

Bien se está en el limbo de la insignificancia; pero se está mejor, porque se vale mucho más, donde yo me encuentro ahora; no en la región de los soles, porque no soy águila, pero donde se ve claro y no se anda a tientas.

Luisa tomó una expresión decidida, que hizo sonreír a Hullin; pero aquella sonrisa desapareció súbitamente cuando la joven agregó: Vamos a ir a la guerra..., vamos a pelear..., vamos a batir la sierra... ¿Cómo? ¿Qué es eso de vamos, vamos? exclamó el buen hombre completamente sorprendido. ¡Pues claro! ¿Es que no vamos ya? dijo Luisa con voz que revelaba su contrariedad.

Allí donde, según el decir suyo, tan exacto como mortificante, se gasta más sebo y cera para fabricar velas que jabón para la higiene, claro está que Álvarez y sus ideas no podían llegar sino de contrabando. El medio es francamente hostil a ellas. Se lo ignora como se lo ignora a Ameghino: sólo se los conoce de nombre.

Es claro, ¡le beso tanto! ¡Y él, que estaba tan tranquilo! ¡Ya reposa!... ¡Chist!... ¡Silencio! no se despierte mi niño. ¡Bah! voy á dejarle solo para que duerma... ¡Angel mio! ¿Se queja?... ... ; es que sueña. ¡Ay qué gesto tan bonito! Mas ¿qué es eso? ¿Se despierta? ; pero ¡qué es ese ruido?

El calor se transforma en fuerza. La poesía se convierte en razón. ¡Qué claro lo veo ahora! Vive en la Cava, en la Cava, en la misma casa tal vez donde vivió antes. Se esconde para que no la vea nadie. El suceso se aproxima. La asiste Quevedo.