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No podían prescindir de la etiqueta, ni aun delante de una pobre muchacha y eran tan ceremoniosas y tiesas, que Clara les llegó á tomar antipatía, porque siempre que iban á la casa dejaban allí una sombra de tristeza que duraba mucho tiempo en el alma de la huérfana.

Voy, voy al momento. Cerraré la puerta y me llevaré la llave. No importa. Las señoras tienen otra. Vamos. El abate había conseguido su objeto, que era alejar á Coletilla de la casa aquella tarde, para que Clara se quedase sola. En tanto las esfinges se acercaban al término de su viaje, y Lázaro las seguía, revolviendo en su mente el plan que en un momento de colérica inspiración había concebido.

Don Félix se oculta de nuevo; Don Antonio excusa su presencia con el encargo de Clara, y se retira. Don Iñigo cuenta á su hija que conoce ya á Don Félix, que le ha agradado mucho, y que se propone ofrecerle su casa para vivir en ella.

Vamos á hacer la guerra á la guerra añadió . Nos batiremos para que esta guerra sea la última. Su afirmación no le pareció bastante clara, y siguió diciendo: Nos batiremos por el porvenir; moriremos para que nuestros nietos no conozcan estas calamidades. Si triunfasen los enemigos triunfaría la continuación de la guerra y la conquista como único medio de engrandecerse.

Pero es preciso... ... ... es preciso que doña Clara se separe de don Juan; es preciso que don Juan sea de Dorotea y sólo de Dorotea; es preciso que doña Clara los vea aquí juntos, enamorándose, acariciándose, embriagados de amor. Y el bufón bajó silenciosamente las escaleras, se puso los zapatos, abrió la puerta, salió, cerró y se encaminó al alcázar en busca de doña Clara.

Ni la hermosura del paisaje ni el aspecto incomparable de las montañas, coronadas por el Citlaltépetl con brillante cono de nieve, ni la belleza sin igual del Pedregoso que corría gárrulo y cantante, distrajeron mi mente y ahuyentaron de mi alma la tristeza.... Pocas horas después me apeaba yo a las puertas de la hacienda. Estaba yo en Santa Clara.

¿Qué cosa mas clara, refiriéndonos á la intuicion del espacio, que cuando una cosa está toda en un lugar, nada haya de ella fuera de aquel lugar? y sin embargo el santo Doctor, elevándose sobre las representaciones sensibles, asienta resueltamente que Dios puede estar todo en todo, y todo en cualquier parte; como el alma está toda en cualquier parte del cuerpo. ¿Y por qué? porque lo que se llama totalidad en las cosas corpóreas, se refiere á la cantidad; y la totalidad de las incorpóreas es totalidad de esencia, que por consiguiente no es conmensurable con una cantidad, ni está ceñida á ningun lugar.

Elías manifestó con repetidos movimientos de cabeza que estaba conforme con estas apreciaciones. Salió de la casa, y una hora después volvió acompañado de Clara. Para hacer comprender lo que Clara encontró de terrible en la determinación del realista, conviene describir prolijamente la casa y sus extraordinarios habitantes. #Las tres ruinas.#

Y, sin embargo, don Juan sabía que la Dorotea le amaba; que le amaba con toda su alma, que él había sido para ella una especie de regeneración; que, en una palabra, en la Dorotea se había abierto para él un alma tan virgen como la de doña Clara.

Lo dudo. Yo no lo dudo. Lo que no me explico es cómo se ha vuelto V. tan tétrico. Me parece que es ya tarde, dijo el P. Jacinto, suspirando. Voto al mismo Satanás replicó D. Fadrique: no es tarde aún, si la dicha es buena. Vaya usted hoy mismo á ver á Doña Blanca. Infórmela de todo. Convénzala de que es libre Clara; de que los bienes que de D. Valentín ha de heredar están ya pagados.