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No es posible resolver cuándo y cómo nació en la mente del antiguo oficial del gobierno civil de Tarragona la idea de suplantar a su hermano en el corazón de la fresca señorita; pero es cosa averiguada que nació, y que se desarrolló con extraordinaria fuerza en poco tiempo.

No veo su anillo de matrimonio. Y miraba sonriendo las manos masculinas puestas sobre la mesa. Pero otra cosa pareció preocuparla más que el estado civil del señor que la había seguido. Volvió los ojos con cierta ansiedad hacia el mostrador, donde estaba el camarero esperando su llamamiento. ¿Puedo tomar una copa? preguntó . Advierto á usted que el whisky de aquí es magnifico.

En consecuencia de lo expuesto, considero yo la lucha entre moros y cristianos, que empezó en el Guadalete y acabó en Granada, con el epílogo de la rebelión de los moriscos alpujarreños, como una larguísima guerra civil, que duró siete u ocho siglos.

Y esto, no por otra razón, según decían, sino porque don Roque solía encargar a los pilotos amigos un vino del Rivero, tan exquisito, que nadie dejaría de beberlo, aun a riesgo de quedarse mudo. El jefe superior civil de la villa salía todas las tardes de su casa solo, en la apariencia, en realidad gratamente acompañado.

Cristeta no quería acostumbrarse a la idea de que su pasión creciese fuera de la Iglesia y a espaldas del Registro civil; pero aún le repugnaba más la posibilidad de perder a don Juan.

Parecía que a cada uno le acababan de robar el honor de su hija. ¡Morral, ladrón, gran cochino! ¡Así te ahorquen por los pies! ¿Eres el que recibías los toros? ¡A la cárcel con ese pillo! Señor presidente, ¿para cuándo quiere V. la Guardia civil?

Para el gobierno civil de los Cristianos habia destinados ministros, cuyo principal empleo era el de Conde, que equivalia á intendente ó gobernador.

Acerca de sus bases estamos todos acordes, y es tal nuestra ilustración, que una vez reconocida la verdad y el interés político de la sociedad, toda guerra civil, toda discordia, viene a ser imposible entre nosotros; así es que no las hay.

El viejo me miró con cierta sorpresa. Sin duda no esperaba mi pregunta, ni mi rápido asentimiento a sus palabras. Luego, dijo: Creí que tu madre y me hubierais considerado como un impostor.... Mi estado civil no está claro, no podría fácilmente identificar mi personalidad. ¿Y qué? Se hubiera averiguado de dónde venía y tu madre hubiera tenido un disgusto.... Tu abuela sabía que yo estaba aquí.

Asi, pues, por desgracia, al triunfo de la independencia sucedia la discordia civil en la América del Sud, enconada y sobreexcitada por medidas cuyo espíritu, cuyo fin no era otro que el de la conciliacion, el bienestar y la fuerza. Pero el hombre propone y Dios dispone.