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Había sido soldado en Ultramar y guardia civil en la Península. De sus años de disciplina guardaba un gran respeto a todo poder fuerte, un hábito de sumisión, que le hacía acoger las contrariedades con inquebrantable bondad.

Iban llegando a la catedral los invitados a la procesión: señores de la ciudad con traje negro; profesores de la Academia en traje de gala, con todas sus condecoraciones; oficiales de la Guardia civil con su uniforme que recordaba el de los soldados de principios de siglo.

El primer dia de aquel desde Puerto Cabello publicó un decreto de amnistia, confirmando á Paez la autoridad de jefe civil y militar que al principio de la revolucion le habia sido conferido por los concejos municipales.

Si yo pudiera imprimir esta máxîma en el comun de los hombres, ciertamente que serían mas racionales, y menos sensibles. Para conocer esto, haré ver algunos errores freqüentes en el comercio civil, y este conocimiento podrá servir para evitar muchos otros, siendo imposible proponerlos todos.

La fuerza de cuadrilleros la forman 74 hombres, y por último, como dato estadístico consignaremos que en el juzgado se sustanciaron 18 causas de otros tantos delitos cometidos dentro de la demarcación de dicho pueblo. Tiene destacamento de guardia civil, á cargo de un oficial de ejército; fuerza de carabineros y Administración de Hacienda.

Con la soberbia de los buenos sucesos, desvanecidos con su prosperidad, llegaron á dividirse en la competencia del gobierno; divididos á matarse, con que se encendió una guerra civil, tan terrible y cruel, que causó sin comparacion mayores daños y muertes, que las que tuvieron con los extraños. Estado de los Reinos y Reyes de la casa de Aragon por este tiempo.

Hasta la determinación final del cura y de D. César de levantar para regenerarnos una partida carlista y de encender de nuevo la guerra civil, está bien ideada y trazada, y contribuye a la severa lección que el Sr. Nogales quiere darnos. Considerado, por último, el libro del Sr.

Y ahora Dios no nos manda tan sólo el azote de la guerra civil, nos manda también otro, esa terrible enfermedad.... ¿no oyó usted hablar a Primitivo de esto? Es un mal muy raro, por el cual se muere la gente en pocas horas, a veces en minutos; es una puñalada invisible que sorprende y mata, y nadie está seguro de vivir dentro de media hora.

En vano Bonifacio, que se había dejado querer, no quiso dejarse robar; Emma le arrastró a la fuerza, a la fuerza del amor, y la Guardia civil, que empezaba a ser benemérita, sorprendió a los fugitivos en su primera etapa. Emma fue encerrada en un convento y el escribiente desapareció del pueblo, que era una melancólica y aburrida capital de tercer orden, sin que se supiera de él en mucho tiempo.

Don Silvestre no veía en el diario de Madrid un papel más ó menos grande, con la impresión de unas letras de plomo colocadas mecánicamente, y detrás de todo ello la pluma y la cabeza de un hombre de talla común y de vulgares ambiciones, que apreciando á su modo la dirección de la cosa pública, prestase vida é interés á aquel objeto; el mayorazgo veía en él una idea fuera de todo contacto con lo humano, el destello de una inteligencia sobrenatural, ajena completamente á las escisiones de la vida civil; el periódico del cirujano era para él el catecismo, el Evangelio, un catálogo de verdades inconclusas, indiscutibles.