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En cada una de estas inevitables interrupciones, en voz baja como si temiera ser oída, con las palabras entrecortadas por los sollozos, exclamaba doña Luz: Era cierto. Era cierto. ¡Me amaba, Dios mío! ¡Cuánto, cuánto me amaba!

No faltaba más sino que yo voluntariamente incurriese en el enojo de Vd., prestándole dinero, que no me pagaría, como no ha pagado, sino con injurias, el que debe a Pepita Jiménez. Por lo mismo que el hecho era cierto, la ofensa fue mayor.

No sabía de cierto Salvador si era aquélla la voz querellosa y tímida de su amada, o un hálito de misteriosa tragedia que iba a perderse a un desierto playal en las alas negras del viento.... Escuchaba y temblaba, y tenía llenos de lágrimas los ojos interrogadores, donde fulgía una varonil expresión enamorada y ferviente....

Este orden de superioridad irrefragable consiste él mismo acaba de decirlo alardosamente en padecer una enfermedad del estómago; aunque es lo cierto que disfruta un buche de avestruz y que digeriría piedras volcánicas.

Así se lee en el libro de los Reyes i en el Paralipomenon. Los que han querido dar por cierto el establecimiento de los judíos en España, despues de su conquista por las armas de Nabucodonosor, afirman que estos tenian en las mas principales ciudades de la península hispánica sinagogas, de quienes era cabeza i primada la de Toledo.

Lo mismo pasaría si habláramos de modas. ¡No, ché, Ricardo, por favor! No hablemos de modas por más que sea el tema predilecto de los hombres de... la actualidad. Eso es cierto dijo Lorenzo, más de una vez lo he comprobado. Yo lo he comprobado cuantas veces he visto reunidos media docena de caballeros y de damas. No diré tanto; pero es frecuente...

Sería pueril, inocente, a los ojos de un mundano muy corrido, aquél mi estado psicológico; pero lo cierto era que ya no me creía solo ni desocupado en Tablanca, ni a oscuras, triste y en silencio en la casona; y esto, algo más valía que la credencial de «hombre incombustible», otorgada por otro, esclavo infeliz quizá de esa y otras preocupaciones semejantes.

Exigidle que os explique la teoria de este enlace, y no sabrá qué responderos; pero objetadle dificultades y empeñaos en persuadirle que se equivoca en la eleccion, y se reirá de vuestra filosofía, asegurado en su creencia por la simple razon de que «siempre sucede asíTodo el mundo está convencido de que cierto grado de frio hiela los líquidos, y que otro de calor los vuelve al primer estado.

Andaba á caza por un bosque cierto cristiano llamado Diego, digno de ser nombrado por la santa vida que observaba, cuando de improviso vió venir hacia una tigre que andaba también por allí á caza, y no se podía escapar el indio sin que ella le despedazase; antes le acometió con tan gran furia para despedazarlo, que no le dió lugar más que á invocar los poderosos nombres de Jesús y de María, á cuya invocación la fiera, que ya le tenía entre sus garras, le soltó y se volvió hacia atrás sin hacerle otro daño que unos rasguños bien ligeros en la cara y en los brazos para memoria del milagro y del beneficio de haber recibido segunda vez la vida de mano de la Santísima Virgen; porque habiendo enfermado poco antes y no podido sanar por más medicinas que, según la posibilidad, se le habían aplicado, sólo se afligía por no poder ayudar á la fábrica de la Iglesia; volvióse, por tanto, á la Madre de misericordia, pidiéndola con instancia la salud, y al día siguiente, libre de toda enfermedad, se fué á trabajar á la obra, predicando con las palabras y mucho más con el ejemplo, la devoción con la reina del cielo.

por cierto; aquí le doy mesa y lecho; pero no para un momento; anda en ciertas diligencias del duque de Osuna, y concluidas que sean, marcha á Nápoles. Por lo mismo, es necesario que os apresuréis á atraérosle. ¿Y está por acaso en casa? No por cierto. ¿Pero vendrá? Vendrá indudablemente á la tarde. A la tarde vendré yo.