United States or Tonga ? Vote for the TOP Country of the Week !


No había ejercicio corporal en que no brillase: gran jinete, certero tirador de pistola, ágil y diestro en la esgrima y valsador airoso y gallardo. Sus chistes eran reídos, sus discreteos celebrados. Todos le creían capaz de los negocios más serios si llegaba algún día a emplear en ellos su tiempo y sus facultades.

Imaginaos los chistes, las bromas que descargaría sobre el pobre Erín nuestra gente sevillana, tan chusca de suyo y tan burlona. El buen hombre tuvo que pasar no sólo por el susto y el aguacero, sino por una risa homérica, de la que en su tierra no había tenido ni aún idea. Confieso con vergüenza que habiendo vuelto con intención de reunirme a él, no tuve valor y eché a correr.

Todos los chistes que la más noble de las aspiraciones humanas había inspirado a su primo Pablo y a su corte de sacerdotes, repetíalos Luis con una convicción firmísima, como si fuesen el resumen del pensamiento universal. ¿Qué era aquello de la igualdad?... Cualquiera podría apoderarse de su casa, si es que le gustaba; y él, a su vez, le robaría la chaqueta al vecino, porque le era necesaria; y el otro echaría la zarpa sobre la mujer del de más allá, porque la consideraría de su gusto. ¡La mar, caballeros!... ¿No merecían cuatro tiros o la camisa de fuerza los que hablaban de la tal igualdad?

Pero también tuvo que ponerse en plaza y público anfiteatro, pues no faltando quien adivinase las buenas gracias del gozque, los chistes del amo y las retahilas que relataba, todos apremiaron al estropeado para que divirtiese la fiesta, no pudiendo excusarse éste de tanto ruego, ya por la demanda y ganancia que pudiera haber, ya por cierta idea que le bullía en su magín.

Cuando hubimos terminado, Villa y Pepita se unieron a la tertulia, y observé que el comandante estaba jacarero y guasón hasta lo sumo, haciendo reír con sus bromas a todos, menos a D. Acisclo, que no debía de ver con buenos ojos que se riesen otros chistes más que los suyos.

Muchas veces, al asomarme a la muralla, al ver la bahía de Cádiz, inundada de sol, el mar somnoliento, dormido; los pueblos lejanos, con sus casas blancas; la sierra azul de Jerez y Grazalema recortada en el cielo; al contemplar esta decoración espléndida, me preguntaba: Y todo esto, ¿para qué? ¿Para vivir como un miserable conejo y recitar unos cuantos chistes estúpidos? Realmente era poca cosa.

Pasó una gran parte del baile sin fijarse en el español. ¡Eran tantos los oficiales que la rodeaban, acogiendo con sonrisas de gratitud sus chistes atroces y sus palabras gruesas!... De pronto, Saldaña, que estaba entre dos puertas, se estremeció al oir una voz femenil de tono imperioso. Su brazo, marqués.

Fortunata no se reía tampoco de aquellos estúpidos chistes; pero más bien parecía indiferente que indignada de oírlos. Estaba distraída pensando en sus cosas. ¿Qué cosas serían aquellas? Diera Maximiliano por saberlas... su hucha con todo lo que contenía.

Dueñas, déselas Dios a quien las desee: mirando estoy dónde las echaré. QUEVEDO, Visita de los chistes. Meterte a sacomano me atreviera; mas ante Elvira aféitate la cara, y tal tu dura enjundia me prepara, que en ti abra cala un espetón siquiera. Desperdicios de un soneto.

Ella le ayudaba siguiéndole el humor, no teniendo ojos ni oídos más que para él. Soledad y Antoñico charlaban mucho más quedo, pero también con más sabrosa intimidad, riendo á cada momento ella con no fingidas ganas los chistes del pícaro.