United States or Bolivia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mientras la señora Princetot hablaba con su hijo y arrojaba en su pecho la mala semilla de los celos, el inspector general, conmovido lo mismo que un muchacho que acude a su cita primera, seguía a buen paso el camino de Rosalinda.

El codicioso instinto quería apoderarse de aquel ser milagroso, hacerlo enteramente suyo, mientras la razón reconocía que el amor de uno solo no debía substraerlo a su ministerio de bondad para todos. ¿Cuál es el loco que pretendería que todo el aire fuese exclusivamente suyo? Así, no había sentido celos al saber que pertenecía a otro.

El arrepentimiento del Príncipe y su vuelta al lado de la antigua amiga, determinados por la necesidad de dinero o por un sentimiento más digno, impedían creer que Zakunine hubiera deseado la muerte de una persona que le era nuevamente cara, y al mismo tiempo explicaban el odio si no los celos de la estudiante.

Los hombres las acompañaban a pie, entre tanto que Ramón, en un arrebato de celos y despecho, al ver partir a los novios, rasgueando la guitarra con unos bríos insólitos, berreaba más bien que cantaba la siguiente copla: me diste calabazas, me las comí con tomates; mas bien quiero calabazas que no entrar en tu linaje.

Si me engañé en imprimir estas por disculpar aquellas, causa he tenido bastante, pues en toda España las siguieron y celebraron con grande escesoEn la biblioteca del duque de Osuna se guardan las comedias de Guillén de Castro: La tragedia por los celos, autógrafa. Al fin se lee: «Acabóla D. Guillén de Castro á 24 de diciembre de 1622 para Antonio de Prada

Faón jamás había sentido celos de Talín, quizá porque la figura de éste no podía inspirarlos, quizá también porque ya estuviese hastiado de su ardiente amiga y meditase abandonarla.

Primero, vemos á Don Juan vestido de criado; después, el conflicto en que lo pone su amor á Doña Inés y sus celos; luego, su deber de vengarse de Don Lope, seductor de su hermana y matador de su hermano; y, por último, á su criado en disfraz de caballero, y en la rara situación en que lo pone este disfraz.

Yo... te amaba como dices, con el deseo antes de hoy: te amé de ese modo desde el punto en que te vi... Pero desde hoy, Dorotea, te amo con un amor que no puede confundirse con nada, porque tu amor me ha obligado á amarte; me has procurado la libertad, y con la libertad la vida, no á precio de qué sacrificio; has podido satisfacer tus celos, vengarlos, diciendo á mi mujer: «, su esposa; , la dama hermosísima, noble, rica, favorita de la reina, no has podido salvarle; y yo, la cómica, yo, su querida, le he salvado»; y no has hecho eso, Dorotea; has sufrido tu despecho, tu desesperación, y has hecho llegar por las manos del rey á mi mujer la orden que me ponía en libertad; sabías que yo libre había de partir de Madrid y, sin embargo, la libertad me has dado; ¿cómo quieres que no te ame, á no ser que creas que soy un miserable?

Porque zaherí á vuestro padre en un romance, escrito por mi desesperación y por mis celos, cuando os vi casada con don Fernando de Castro, hanme tenido dos años preso entre frailes; porque recobro la razón y tengo valor bastante para apartarme de vuestros brazos, dejando en ellos mi vida y mi ventura, me prendéis vos.

¿Qué estáis diciendo? He tenido celos de una mujer cuando creí amar á don Rodrigo... ahora... ¡ahora le aborrezco! Hacéis mal. ¿Que hago mal? ¿Sabéis para qué llamaba la reina á Calderón en aquellas cartas? Quevedo hablaba á bulto, porque como saben nuestros lectores, no las conocía. ¿Para qué llama una mujer á un hombre? Margarita de Austria, más que mujer es reina.