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A Santa Cruz las cartas llegan breve; El Avila ha ayudado en esta parte, Causando que se haga lo que debe Hacerse, aunque siguiera el estandarte Contrario: mas agora no se atreve, Por ver del de Toledo la grande arte, Y que el D. Diego está sin pies y manos, Y aquellos que le siguen son tiranos.

Al fin balbució: Las cartas no mienten nunca, hijo... Habrá sido culpa mía el no haberlas entendido. ¡Lo que anunciaba no era mi matrimonio, sino el de Frasquito! exclamó riendo.

Ojalá pudiera yo trasladar aquí algunas cartas suyas, que tengo en mi poder, para que vieran todos que no pudieran los enamorados del mundo y de la carne explicar con más vivas expresiones sus contentos y deseos, cuanto este obrero Evangélico manifiesta los sentimientos de su corazón en los negocios del servicio de Dios; los lamentos y quejas que hace de su mayor enemigo el demonio cuando se le atravesaba, ó hacía se le desvaneciesen sus designios.

Reynoso nada sabía de sus disgustos domésticos, porque jamás le hablaba de ellos en sus cartas. Sólo tenía conocimiento de la muerte desastrosa del marquesito del Lago. Quedose pensativo y una lágrima silenciosa rodó por sus tostadas mejillas. ¡Pobre Clara! murmuró . Merecía ser feliz.

Julio había aumentado sus gastos, considerándose rico. Pero las cartas del tío de América disiparon estas ilusiones. Primeramente, las remesas de dinero excedieron en muy poco á la cantidad mensual que le entregaba su padre. Luego disminuyeron de un modo alarmante. Todas las calamidades de la tierra parecían haber caído juntas sobre el campo, según Celedonio.

¿Para clérigos, canónigos, guerrilleros, frailes que hacen cartuchos, y abades que organizan partidas? , , vengan cartas. Nada de eso es inútil para mi propósito.

El duque cazador de una gran dote, acomodaticio y sin escrúpulos, estaba olvidado. Ahora sólo veía al combatiente de cabeza blanca, al inválido, que, según los médicos, no podía alcanzar una larga existencia después de las operaciones sufridas. Y ella procuraba mantener sus esperanzas, contestando breve y afectuosamente á sus largas cartas de desterrado.

Se suelen también colocar en el lugar de los espacios ciertas letras, y algunas veces el enigma se hace todavía más difícil de descifrar para el que por casualidad encuentra las cartas, cuando se las baraja de una manera especialmente arreglada al llegar a la mitad de lo que se está escribiendo.

Había comprometido la honra de... Mi honra dijo doña Clara. No, tu honra no exclamó con extremada energía don Juan ; la honra de la reina. ¡Cómo! Siendo traidor á Lerma, fué traidor á la reina... tenía en su poder unas cartas de su majestad... Hiciste bien en matarle... No lo he conseguido por desgracia. no tienes nada que temer. Para salvarme á , es necesario salvar á don Francisco.

Las cartas que trajeren les serán arrebatadas y se me entregarán. Si los mensajeros se resisten, serán muertos; si ceden, serán aprisionados e incomunicados, a fin de que nadie sepa lo que acontece. Ni el Rey mi padre ha de saberlo. Todo lo dispondremos entre las tres con el mayor sigilo.