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La marquesa de Villasis habíase negado rotundamente a aceptar la presidencia; Currita rechazó la humillante oferta de un cargo secundario, con muestras de gran resentimiento; las carlistas, muy indignadas, tiraron por un lado, y las radicales, muy ofendidas, se fueron por el otro, dejando vacante el canto épico a la caridad que perpetraba en silencio la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla, y vacío el gran bolsón Pompadour de terciopelo rojo que la señora de López Moreno pensaba encargar a la modista para recoger las colectas.

Bajo el punto de vista del aseo, la comodidad, la extension y el órden, no hay en Europa hospitales que puedan rivalizar con los de Inglaterra. Tal parece como si esa nacion, ostentosa en todo, hubiese querido alojar lujosamente aún á los inválidos y miserables acogidos á la caridad pública.

Ya no volvería a perorar con el pie derecho en la tarima del brasero y el estoque bajo el sobaco. ¡Iba a morir! El cortejo penetró en la ciudad por la puerta del Mercado Grande, tomó la calle de San Jerónimo y luego la de Andrín. Caminaban por delante las cofradías de la Caridad y la Misericordia tañendo sus plañideras campanillas.

Pues receta al canto: pan para los pobres, caridad en los ricos y mucha Doctrina cristiana para todos; así no se pelearán los hombres por si tienes más que yo, y habrá en el mundo conformidad y decencia, que es lo que hace falta. ¿Qué tal, tío? ¿Se ríe usted?

Petra volvió a llorar. «¿Cómo pagaría ella tal caridad, etc., etc.?».

7 Ciertamente apenas muere alguno por un justo; porque por lo bueno puede ser que alguno osara morir. 8 Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Cristo murió por nosotros. 9 Luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

A la hora, ya estaban remediados aquellos infelices, y otros que se agregaron, inducidos del olor que por toda la parte baja de la colmena prontamente se difundió. Y el Señor hubo de recompensar su caridad, deparándole, entre los mendigos que al festín acudieron, un lisiado sin piernas, que andaba con los brazos, el cual le dio por fin noticias verídicas del extraviado Almudena.

Mientras lo tomaba, hablaron de las visitas que tía y sobrina hacían a la calle de Mira el Río. «Yo declaraba doña Lupe , reconozco que no tengo valor ni estómago para practicar la caridad en ese grado.

Los increíbles y maravillosos esfuerzos de aquellas almas heroicas que, por el amor y la caridad, lograron elevarse al cielo y gozar por anticipado en la tierra de las gracias reservadas a los bienaventurados la llenaban de íntima y fervorosa admiración.

«¡Ah, qué peso me quitas de encima de mi alma! exclamó la señora elevando las manos . El Señor le bendiga. Ya estamos en situación de hacer una obra de caridad, recogiendo a este desgraciado... ¿Ves? Dios en un solo punto y ocasión nos ampara y nos dice que amparemos. El favor y la obligación vienen aparejados. Hay que tomar las cosas como las dispone... el que menea los truenos.