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Le hallé recogiendo cantos del suelo y cerrando con ellos el boquete de un «morio» que se había desmoronado por allí. Trabajaba con gran parsimonia, y pujaba mucho, sin quitar la pipa de su boca, a cada esfuerzo que hacía, porque ya era viejo. Me saludó muy risueño al verme a su lado, y hasta me llamó por mi nombre, «señor don Marcelo».

¿De que sirve que cubran tus campos tantas flores, que en tus selvas se oiga al pájaro trinar, si el aire que trasporta sus cantos, sus olores, en alas también lleva quejidos y clamores que el alma sobrecogen y al hombre hacen pensar?

Por la mañana me esforzaba en reír, quería fingir la indiferencia y la alegría de un pájaro, creyendo que ese era el papel que mejor me convendría y más le agradaría; pero los cantos y la risa se ahogaban en mi garganta, y él lo notaba muy bien, pues sonreía con expresión compasiva, y yo sentía redoblar mi vergüenza.

Los cantos religiosos llegaron también en tiempo de los árabes á grande altura, é Isidoro de Beja cita muchos músicos y poetas, que se distinguieron en esta época por los himnos y antífonas que compusieron .

El poeta no se ha propuesto conmovernos ni sorprendernos mucho: es un juego agradable en la dorada y verde Arcadia, con su cielo de azul purísimo; lo trágico, que se encuentra en ella, nos conmueve sólo á la ligera, y se pierde, como por magia, en dulces cantos, acompañados de un arpa melancólica.

¡Caray! ¡voto a tal! capitán, seremos juiciosos, juiciosos como vírgenes dijo el maestro Zeli haciéndose el amable. Hic chorus ingens ...Colit orgia. ¡Vino! ¡voto a tal! ¡vino! Las botellas chocan entre , los frascos se rompen, los juramentos y los cantos estallan por todas partes.

Pero Rosita contestó don Modesto , yo no me he entrometido en la gresca, ella fue la que se entrometió donde yo estaba. Si no hubiera usted ido en casa de ese rapabarbas, cantor sempiterno; si no hubiera usted estado allí con la boca abierta, oyendo sus cantos impúdicos, no se habría usted hallado en el caso de ser testigo de ese escándalo.

No hubo allí pompa ni boato, ni órganos ni cantos: todo se redujo a una sencilla oración, a un postrer adiós murmurado, por decirlo así, en voz baja al oído de la virgen que había volado al Cielo, y todos continuaron su camino a pie hasta la puerta del cementerio adonde llegaban cinco minutos más tarde.

Para impedir su total destrucción, Manuel, ayudado por Momo, lo había sujetado con el peso de algunos cantos traídos de las ruinas. «Ya que no quieras albergar más a tu dueño le decía Manuel , aguarda al menos a que muera, para hundirte

Dicho esto, besó a Luisa, y cogiendo de un brazo a Marcos Divès y del otro a Jerónimo, se dirigió a su casucha, seguido del resto de la comitiva, que repetía a coro los sublimes cantos del anciano.