United States or Spain ? Vote for the TOP Country of the Week !


A la mañana siguiente pidió una cruz, a pesar de que había en el cuarto un crucifijo de relieve y tenía otro junto a su cama; quería tener otro en sus manos para besarlo continuamente.

Garrote empezó por desperezarse, estirándose tanto que cada remo parecía dispuesto a arrancarse por mismo del tronco y a caer al suelo por los lados de la cama. Las contracciones de la cara y el crujir de huesos eran como si el hombre despertase, más que del sueño de una noche, de un encantamiento de siglos.

Carmen se apoyó en el borde de su cama deshecha y tibia, y con las bellas manos temblorosas abrió la carta. Leyó con ojos de sonámbula, desmesurados y turbios.

; desperté al pie de mi cama, y la voz de Castro en el pasillo insultándome por haber cortado su sueño con mis gritos. No ría usted, profesor. Es muy triste soñar esas grandezas, como si uno las estuviese tocando, y verse hoy tan pobre como ayer, tan pobre como siempre, y además con una mala suerte tenaz. La pobreza y la mala suerte de Spadoni hicieron protestar á Novoa.

Los del Condado están avisados por ellos y no faltarán tampoco. Si ahora nos quedamos sin la gente de los altos, temo que nuestras costillas vayan hoy molidas á la cama. El jueves, en la Pola, tropecé en la taberna del Colorado con Toribión de Lorío y Firmo de Rivota, y después de ofrecerme un vaso de sidra, me dijeron con sorna: «Adiós, Quino: que no faltes el sábado de Entralgo».

Un día cogí yo a Sabel por un brazo y la puse en la puerta de la casa: la misma noche se me despidieron las otras criadas, Primitivo se fingió enfermo, y estuve una semana comiendo en la rectoral y haciéndome la cama yo mismo.... Y tuve que pedirle a Sabel, de favor, que volviese.... Desengáñese usted, pueden más que nosotros.

«No hagas estupideces, Hanckel» me dije, «deja tu espejo, apaga tus luces, manda a paseo tus ideas insensatas, y métete en cama

Sin embargo, me es preciso anticipar a Vd. esto, señor capitán, para que disimule mi escasez, que, con todo, no será tanta que no pueda yo ofrecer a Vd. una buena lumbre, una blanda cama y una cena hoy muy apetitosa gracias a la fiesta. Yo soy soldado, señor cura, y encontraré demasiado bueno cuanto Vd. me ofrezca, acostumbrado como estoy a la intemperie y a las privaciones.

Los lengüetazos la despertaban sobresaltada, y con la tristísima impresión de que todo aquello era mentira, lanzaba un ¡ay!, y su marido le decía desde la otra cama: «¿Qué es eso, nenita?... ¿pesadilla?». «, hijo, un sueño muy malo». Pero no quería decir la verdad por temor de que Juan lo tomara a risa.

Pero en aquel momento estaba Carolina inestablemente sentada en el borde de su cama; semidesnuda, y con un gracioso mohín en sus bonitos labios, enroscaba entre los dedos sus largos rizos leonados, mientras que su compañera, Catalina de Corlear, dramáticamente embozada en un largo cubrecama blanco, con su altiva nariz latiendo de indignación y sus negros ojos chispeantes, dominaba sobre ella como un enojado duende.