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El ser viviente, se extiende en algun modo al tiempo en que habrá cesado de existir, encerrando en mismo los gérmenes reproductivos; no solo es para propio, sino tambien para los otros; en su pequeñez, no es mas que un imperceptible eslabon de la inmensa cadena de la naturaleza; pero este eslabon vibra, por decirlo así; y sus vibraciones se propagan hasta los confines mas remotos.

Le abrió, y encontró quince doblones de oro de la cruz, una rica sortija y una cadena de diamantes. La duquesa lo adivinó todo.

A una hora y cuarto de Brunnen, al pié de una cadena de montañas y dominando la confluencia de los valles de Muotta y Lowerz, demora Schwyz, capital del canton del mismo nombre, bonita ciudad de unos 5,500 habitantes, graciosamente asentada sobre las faldas ondulosas que descienden de la serranía de los Mythen.

Con la satisfacción de un duque que cuenta sus ascendientes, el señor Esteban remontaba la cadena de los Luna hasta titubear y perderse en pleno siglo XV. Su padre había conocido a don Francisco III Lorenzana, el príncipe de la Iglesia fastuoso y pródigo, que gastaba las cuantiosas rentas del arzobispado construyendo palacios y editando libros, como un gran señor del Renacimiento.

Los buenos los ha vendido usted... ¿Y el alfiler, la cadena, el medallón...? Esas prendas son mías y puedo disponer de ellas a mi gusto dijo Isidora prontamente, dueña ya de misma. Las ha empeñado usted. Las he pignorado replicó ella con aplomo y burla , como dicen ustedes los hombres de negocios. por el tapicero que no ha pagado usted las sillas. Y sin embargo... Usted me dio el dinero.

De un lado se ven muy lejos vagamente las montañas de la sierra de Ronda que terminan la cadena de la Sierra-Nevada. Del otro las llanuras del bajo Guadalquivir, perdiéndose en el horizonte en la direccion del océano.

¡Ay! ¡Cuándo y dónde, encontraré un pueblo en la tierra, en que no se me mire al pecho y á los piés, como para ver si llevo cadena y bota de charol; para ver si pueden esperar de una propina; sino que se me mire á la frente y á los ojos, para ver si tengo talento y bondad con que hacer un bien á este mundo!

Como esto fue lo primero que me impresionó al llegar a Tablanca, lo primero sale a relucir en esta cadena de recuerdos de aquellos días y sucesos; pues al dar la preferencia a la memoria de los más gratos, por otro eslabón bien diferente hubiera comenzado.

Bellísima por sus formas y vegetacion, que ofrecen donde quiera los mas risueños paisajes, la cadena del Jorat, cuya elevacion alcanza rara vez á 1,000 metros, es interesante por la demarcacion á que da lugar en la agricultura, y por la separacion que produce entre las aguas que vierten sobre el lago Leman, para ir al Mediterráneo, y las que tienden hácia la hoya del Aar para descender por el Rin al mar del Norte, en direccion absolutamente opuesta.

En este entretanto, los doce pescadores que habían venido en guarda de Sulpicia, andaban entre la demás gente buscando a sus compañeros, abrazándose unos a otros, y, llenos de contento y regocijo, se contaban sus buenas y malas suertes: los del mar, exageraban su yelo, y los de la tierra, sus riquezas. "A decía el uno me ha dado Sulpicia esta cadena de oro."