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Haz que tantas culpas te sean perdonadas, compensando con severa castidad la cadena de pecados que mismo hubiste de forjar y remachar, y que llevas asida al tobillo y a las muñecas.» Y con resolución que arrancaba del tuétano de mis huesos, exclamé: «Así lo haré.» Y lo cumplí. Creo en el espíritu y soy continente: todo el resto es secundario.

Cuando yo muera y mis vecinos, después de haber dejado en el campo de la muerte el puñado de polvo que reste de mi cuerpo No llores por ; lanza a los horizontes tus alegres sonidos de los días de fiesta. Quisiera que imitara tu voz de bronce el ruido alegre que produce al romperse la cadena del esclavo o el cerrojo de la cárcel cuando se abre para dar libertad al cautivo.

Su traje no era de aldeano ni de caballero: chaqueta de pana, pantalón largo, botas altas y sombrero de fieltro: colgando por encima del chaleco una gran cadena de plata para el reloj. Llamábase Pedro Regalado. Procedía de Villoria: había ido al servicio: llegó á sargento: cuando vino hizo la corte al ama de llaves del capitán: se casó con ella: D. Félix le hizo su mayordomo.

Es que hoy me sucede una felicidad por la cual suspiraba desde hace mucho tiempo, como por la libertad de la esclavitud más dura. La loca era para una fuente de dolor y un peso tan penoso como el grillete de un presidiario. Me veo libre de esa cadena y respiro por vez primera a mi placer. La alegría vuelve bueno y amable. Marta había tenido el tiempo necesario para recuperar su propio dominio.

Y en otra nueva y más terrible reacción, se alzó, y desnudando violentamente su daga, exclamó: ¡Muerta por !... ¡y yo, miserable, vivo! Y volvió la punta de su daga al pecho. Pero en aquel momento, se sintió sujeto por detrás, asidos los brazos, retenidos por otros brazos que le apretaban con la fuerza de una cadena de hierro. ¡Oh! ¡no! ¡no! ¡mientras yo esté á vuestro lado! dijo una voz.

Al oír esto solté insensiblemente mi bolsa en mi faltriquera, menos poseído ya de mi ardiente caridad. ¡Es posible! Traiga usted una alhaja. Ni una me queda; lo sabes: tienes mi reloj, mis botones, mi cadena... ¡Diez y seis pesos! Mira, con ocho me contento. Yo no puedo hacer nada en eso; es mucho. Con cinco me contento, y firmaré los diez y seis y te daré ahora mismo uno de gratificación...

Luego cuando el A, por la imaginada desaparicion del B, se pone en contacto con el C, el A se convierte en B. Además el A, no está solo ligado con B y C; está precedido por otros: si se te hace dar un paso, por la desaparicion del B, lo da á un mismo tiempo toda la cadena infinita que le precede.

Los portugueses y demas extrangeros, cuando quieren adelantar y poblar sus límites, fomentan y auxilian á los que se ofrecen para eso, y ademas les reparten las tierras, porque saben que el derecho de propiedad que les dán, no solo hace edificar, si no tambien es una cadena que fija á los hombres para siempre.

Era muy gruesa y además bastante sólida. ¡También ha desaparecido la de proa! gritó Cornelio, que había subido también al castillo. Van-Stael se asomó a la proa y vió que, en efecto, estaba también rota la cadena de la segunda ancla. Sólo había un pedazo de ella pendiente del escobén. El último anillo parecía haber sido roto a hachazos.

Es, sin embargo, muy pintoresco mi pueblo natal y yo estoy muy orgullosa de él... Situado en el extremo de una cadena de montañas, a modo de un punto final, Aiglemont, mi tranquilo pueblo natal, se levanta en la roca con la majestad de una cosa vieja dormida en la serena conciencia de un largo pasado.