United States or Timor-Leste ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las hay que no se resignan exclamé riendo al recordar a la Bonnetable y su mal humor. Y bien, puesto que somos del mismo parecer, al menos en ciertos casos, es fácil que nos entendamos. Tomemos por ejemplo, si quieres, una soltera que lo es a pesar de sus deseos más sinceros. ¿Crees que será dichosa y apta para ensanchar su horizonte?... Qué yo... dije con alguna vacilación.

El alto comercio y la industria respondió victoriosamente la Bonnetable, tienen otras pretensiones que las que usted puede atribuirles. ¿Qué son 10.000 pesos para un industrial o un comerciante tales como usted los concibe?... Una gota de agua. ¿Y 2.000 pesos preguntó Francisca con un candor inimitable, qué serán entonces?... Serán la quinta parte de una gota... Una miseria.

Debía de ser muy fastidioso dijo Francisca con la modestia de una sólida convicción. En aquellos tiempos siguió diciendo la Bonnetable más severa que nunca, las jóvenes no pensaban más que en la corrección de su actitud. Qué mujeres tan distinguidas debían de ser... suspiró Francisca con una expresión ingenua que velaba la impertinencia de sus palabras.

La señorita de Brenay puede ser encantadora, no digo que no dijo categóricamente la Bonnetable, pero es gastadora hasta el extremo... Y después, esa pretensión a millones cuando se tiene un dote modesto... No es tan modesto un dote de 20.000 pesos exclamó la de Aimont pronta a indignarse.

No los escucho, los oigo respondió la Bonnetable ofendida por la observación de la abuela, lo que no es lo mismo afirmó con un tono de superioridad aplastante... Esos chismes, como usted los llama, enseñan por lo menos a conocer a las personas de que se habla... Como no sirvan precisamente para lo contrario rectificó la abuela descontenta.

Hará usted mal de juzgar por el carácter de la excepción el carácter de la masa me respondió la de Ribert. ¿Cree usted de buena fe que las solteronas tienen el monopolio de la maldad en la charla, y que sólo una de ellas puede presentar el carácter de la Bonnetable?... No respondí convencida por el razonamiento. Tiene usted razón.

La clasifico inmediatamente y la clavo con un alfiler en mi colección: «Resignada en toda la línea. Inútil profundizar. Alma grisácea, dulce, borrosa, cuadro despintado...» Iba, sin embargo, a escuchar la conversación comenzada para comprobar mi impresión con todo conocimiento de causa, cuando Celestina introdujo nuevas visitantes: La señorita Bonnetable. La señora y la señorita Dumais.

La Roubinet, como de costumbre, ha dicho lindas frases sobre el primero de enero, y cuando deseó amablemente un marido a las solteras presentes, la virtuosa Melanval no dejó de exclamar: Con el permiso de Dios, por supuesto... A lo que Francisca, nerviosa, por su comienzo de escaramuza con la Bonnetable, respondió por lo bajo: O del diablo, me importa poco...

Por poco me tira de espaldas aquel huracán; pero como conozco a Francisca, tomé el partido de esperar que hubiese acabado su letanía de tontunas. ¿Qué pasa? No me hables; estoy furiosa. Ya lo veo. Tengo una rabia... También eso es visible. Figúrate que la señorita Bonnetable acaba de venir a traer a mamá un gran chisme sobre ... ¡Ah!... Se puede saber...

Yo creí que estaba usted libre de tales debilidades... No... dijo haciendo monadas la Bonnetable con voz que ella se esforzaba por hacer aflautada; he pagado mi tributo a la juventud como todo el mundo... He sido muy solicitada. ¡Qué guasa! exclamó Francisca empujándome con el codo. Y muy adulada... Si no he hecho un brillante matrimonio ha sido porque no he querido.