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Dos familiares del Santo Oficio y cuatro soldados custodiaban a cada uno de los reos, mientras un fraile dominicano le predicaba continuamente poniéndole ante los ojos el santo signo de la cruz. Todos llevaban, a más del sambenito, el bonete trágico y burlesco, la amarilla coroza, cubierta de terribles pinturas de llamas y demonios.

Pues te hago saber que yo soy, como vees, un escudero; mas ¡vótote a Dios!, si al conde topo en la calle y no me quita muy bien quitado del todo el bonete, que otra vez que venga, me sepa yo entrar en una casa, fingiendo yo en ella algún negocio, o atravesar otra calle, si la hay, antes que llegue a , por no quitárselo.

En lo ordinario, no exigiéndose uniformidad en los trajes de la milicia de mar y tierra, vino á ser distintivo de mareante el bonete rojo, como de soldado lo era el coleto de ante.

Pero si esa señora no ha muerto irremisiblemente, juro por mi bonete de doctor que el conde no le dirá ni una palabra. El señor Stevens, el conde y el doctor partieron en coche. Diez minutos después se detenían ante la casa de la señora Chermidy. El doctor ya había cambiado de pensamiento y presentía una desgracia.

Desarmáron primero á Candido y á Cacambo, y les cogiéron sus caballos andaluces; introduxéronlos luego entre dos filas de soldados, al cabo de las quales estaba el comandante, con su bonete de Teatino puesto, la espada ceñida, la sotana remangada, y una alabarda en la mano: hizo una seña, y al punto veinte y quatro soldados rodeáron á los recienvenidos.

Los tres pisos de un ala entera habían sido echados abajo para formar una nave de catedral. Lubimoff vió á una mujer alta, enjuta, con las manos largas y transparentes, los ojos agrandados é inquietantes, que avanzaba hacia él. Iba vestida de negro, con mangas sueltas que casi barrían el suelo y un bonete blanco encañonado bajo los tules de luto.

Aconteció que un paje de la Nunciatura, feligrés antiguo de doña Rosalía, y muy admirador de su buen color, se atrevió á aspirar á no sabemos que honestas confianzas; picóse la dama, picóse más el paje, y al día siguiente, al traer el bonete del Nuncio para que le echaran un zurcido, en vez de dárselo á doña Rosalía se lo entregó á las dos hermanas.

Las damas le contemplaban extasiadas. El párroco y D. Narciso, asistentes de la misa, se habían retirado para despojarse de sus ornamentos. No tardó el primero en volver provisto de sotana y bonete, debajo del cual se agitaban algunos pensamientos siniestros. La conducta de Lorito en lo concerniente a las babas de los cirios le había puesto pensativo y sombrío.

La tempestad arrecia, y el Almirante hace traer tantos garbanzos como personas van en la carabela; señala uno con un cuchillo, y revolviéndolos en su bonete, invita a la chusma a meter la mano. El que saque el garbanzo marcado con una cruz irá de romero a Santa María de Guadalupe llevando un cirio de cinco libras... Y es el Almirante el que saca el garbanzo.

Al fin cesaron y el templo quedó en un silencio frágil y artificioso, a menudo roto por algún constipado rebelde o por el trompeteo de una nariz al sonarse. El orador era joven, alto y delgado, con grandes ojos negros enclavados en un rostro pálido y correcto. Vestía también sotana con sobrepelliz y bonete. Infundía respeto por su gravedad dulce y mansa.