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Fíjese bien el honorable Senado en lo que representa el espectáculo antisocial y subversivo que presenció ayer el vecindario de nuestra ciudad. El Hombre-Montaña es un hombre, como lo indica su título.... ¡y, sin embargo, usa pantalones! Una exclamación ahogada de todos los oyentes saludó este descubrimiento.

Divès se había separado del convoy y avanzaba, cabalgando sobre un hermoso caballo. ¿Eres , Juan Claudio? , Marcos, yo soy. Allí tengo preparados varios miles de cartuchos. Hexe-Baizel trabaja noche y día. ¡Bien! ¡Bien! , amigo mío. Y Catalina Lefèvre, por su parte, trae víveres; ayer ha hecho matanza... Está bien, Marcos; tendremos necesidad de todo eso. La batalla se acerca.

Huélgome por vuesa merced de haberme convencido personalmente de la falsedad de un aviso que recibí ayer, que a haberlo encontrado real, juro cierto que no habría reparado en hopalandas ni tonsuras para amarrar a vuesa merced y darle una zurribanda de que guardara memoria en los días de su vida; que mientras yo empuñe la vara, ningún monigote me ha de resollar gordo.

A cada pitillo que enrollaba, al suave crujido del papel, una cándida esperanza surgía en su corazón. Cuando ella fuese señora, no había de portarse como otras altaneras, que estuvieron allí liando cigarros lo mismo que ella, y ahora, porque arrastraban seda, miraban por cima del hombro a sus amigas de ayer. ¡Quia! Ella las saludaría en la calle, cuando las viese, con afabilidad suma.

Después que pusieron a esto los comentarios propios del caso, la de Fenelón dijo a su compinche algo más que fue oído con extraordinaria curiosidad y atención: «¿Creerás que se me ha metido una cosa en la cabeza?... Ello no será; pero bien podría ser. Ayer estuvo doña Guillermina en la tienda.

Es mucho cuento este que tengamos aquí taller de modista para su señoría... Y dime una cosa, ¿qué vestidos le has hecho a los niños, que ayer llamaban la atención en la plaza de Oriente?». ¡Llamando la atención! , llamando la atención... por bien vestidos... Menos mal que sea por eso.

¿Y hay conciencias ya entre esos?... ¡pues si se conocieron ayer!... aunque cuando se vieron en la calle, tarde y á obscuras, y ya sabéis que la soledad y las tinieblas... ¡pero señor, si él estaba desesperado!... ¡Ah! ¡el rizo de doña Clara! ¡pues ya entiendo lo que no entendía! ¡Cómo! ¿el rey puede haber sospechado?... El rey no ve más que á dos dedos de sus narices...

Pero ese yo no es solo el yo de este instante, es tambien el yo de ayer, y de todo el tiempo anterior de que tengo conciencia. Yo soy el mismo que era ayer; yo soy el mismo en quien se verifica esa sucesion de fenómenos; el mismo á quien se presentan esa variedad de apariencias.

La virtud y la hermosura hubiéranse mezclado horriblemente con las intrigas palaciegas. La corte española honró en la viuda de Igualdad a la víctima de la Revolución y de los desaciertos de su marido. 3 de julio de 1801. Ayer quedamos definitivamente instalados aquí, en Saint-Point. El día lo he pasado arreglando mi pequeño ajuar. Estoy muy cansada.

Ayer preparé un nuevo medicamento que resultó también ineficaz como los otros. ¡Oh! ¡Luego dicen que la ciencia!... ¡La ciencia! ¿Qué es la ciencia? continuó abandonando el asiento para pasear, agitado, por la estancia. ¡Ja! ¡ja!