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Ayer tarde, por no ir más lejos, presencié el regreso de los rebaños a una masía situada al pie de la cuesta, y les juro que no cambiaría ese espectáculo por todos los estrenos que hayan tenido ustedes en esta semana en París. Y si no, juzguen. Sabrán que en Provenza se acostumbra enviar el ganado a los Alpes cuando llegan los calores.

La abuela me suplica que reciba a Francisca, que ha venido ya a verme cuatro veces... Hasta ahora he resistido, pero la abuela tiene razón... A la misma Celestina no dejaría de chocarle... Ayer dejó escapar una reflexión significativa: No vale la pena de ponerse una persona en las niñas de los ojos para dejarla luego en la puerta... murmuró cuando iba a decir a Francisca que había yo salido.

Tantas ideas como ondas tiene tu pilón. Y al aproximar mis labios a tus aguas Brotar de mi pecho el amor, y escaparse el ruego de mi boca con acento rápido Y exclamo: Señor, te adoro, acepta mi triste llanto. Hoy contemplo tus riberas Bien distintas por cierto de ayer. El viento se ha llevado las hojas, y hasta el cisne ha cambiado su blanco plumaje.

Señor respondió el cantero ayer quedó concluido todo: mañana lunes, de madrugada, se hace la entrega: sólo falta esta dovela por culpa mía, porque... he estado entre semana dos días enfermo. Y hoy tengo que acabarla, antes de la puesta del sol... para cobrar, porque ayer no quisieron pagarme... ni me pagan hasta que acabe. Dicho lo cual, bajó la cabeza, inclinó el cuerpo y siguió picando.

2 Y aun ayer y anteayer, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, sacabas y volvías a Israel. Además el SE

En el misterioso archivo de la memoria recorre el eco de la campana todas las más sublimes páginas; páginas que á la voz de los recuerdos llegan al santuario del alma, evocando realidades del ayer y creando fantasmas para el mañana. El toque de la muerte del día siempre me parece nuevo, siempre creo oírlo por primera vez.

Señor, excelentísimo señor, poderoso señor... dijo todo compungido y trémulo el cocinero mayor. ¿Qué os mandé ayer? ¿qué me prometísteis ayer? ¿Qué me mandó vuecencia? dijo espantado Montiño ¿qué prometí á vuecencia? Se detuvo asustado, como quien no encuentra una contestación satisfactoria á una pregunta importante.

¡Mi muñeca!... ¡Qué lejos está!... Y, sin embargo, me parece que era ayer cuando ese querido objeto, informe y sin nombre, que había llegado a ser mi hija a consecuencia de múltiples desgracias, me absorbía hasta tal punto, que a su lado, a fuerza de amor, no sentía ya que era yo huérfana... No he conocido a mi madre, que murió al nacer yo.

Forcejad cuanto quisiereis para imaginaros que mañana es hoy, que hoy es ayer; ¿lo lograréis? es imposible. Lo que ha sido en un tiempo, no puede no haber sido. Si fuera dable mover el tiempo, no habria esta imposibilidad; pues para lograr que lo que fué ayer, no haya sido, bastaria volver el ayer en mañana. Esto es absurdo; lo pasado, lo presente, lo futuro, son cosas esencialmente distintas.

Yo pensaba ayer, yo pienso hoy; en toda la variedad de mis situaciones me hallo que soy el mismo, otro; á esa realidad que permanece idéntica en medio de la diversidad, la llamo mi alma; luego mi alma es una realidad permanente, sujeto de las modificaciones; luego es substancia. ¿Se puede encontrar nada mas claro?