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¿Y por qué has de dármelo, ajo? ¿para pagarme el porte de la carta? no me da la gana: yo te he servido siempre, pues es mi deber de tío, y de tío que te quiere, Quilito; y los tuyos habéis compadecido y tratado bien a Agapo: no os habéis burlado de su desgracia, ni avergonzado de su parentesco, como los otros.

¿No?, pues el otro día, cuando nos vimos en casa de Joaquín, decía este que estaba usted algo peneque... se entiende, un poco alegre... Perdone usted, Sr. de Santa Cruz replicó Ido avergonzado . Yo no me embriago; no me he embriagado jamás.

¡Está usted enterao, amigo! respondió Suárez riendo. Malagueñas del riñón mismo del Perchel, cantadas con mucho estilo y con la gracia de Dios. Quedé bastante avergonzado, y observándolo la hermana, me dirigió una mirada cariñosa, diciendo al mismo tiempo: Ahí van peteneras... Por uté.

El tono de penuria famélica con que moduló aquella frase, apretándose al mismo tiempo el estómago, hizo reír a sus vecinos. Alguien le habló en voz baja, y él, mirando de soslayo al mancebo, tapose la boca como avergonzado. Entretanto don Alonso platicaba, en la sala contigua, con algunos señores que acababan de llegar.

Entonces desaparecía yo por cierto tiempo, avergonzado de mismo, furioso de impotencia y cuando volvía a ella con mejores ideas e intenciones de arrepentimiento, parecía no comprenderlas al igual que no había advertido las otras. Todo esto sucedía en medio del torbellino del gran mundo que aquel año se prolongó hasta muy entrada ya la primavera.

Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía; otros aseguraban que era un desgraciado, un iluso, que, enloquecido por anteriores triunfos, se había empeñado en sostenerse a la baja, perdiendo su capital y el de sus admiradores, para huir al fin, pobre y avergonzado, sin que su deshonra le valiera nada.

Miguel al verlas dejó apresuradamente el paño y el plato que tenía en las manos, para que no le viesen ocupado en tarea tan poco varonil. Después de cambiar algunas palabras, Maximina, sin darse cuenta de lo que hacía, le alargó dos platos diciendo: Ya no nos quedan más que siete. Pero el joven, avergonzado y con muy mal humor, se los rechazó. Deje V... Deje V. eso.

Lo que vas a hacer, es ir mañana a avistarte con tu primo y decirle que, avergonzado de tu falta, te casas con mi hermana, como debe hacerlo un caballero. Si él da su permiso, mejor: si no lo da, es igual. te casas, y procuras, corrigiéndote, no hacer infeliz a tu mujer. El señorito había echado atrás su silla, como escandalizado por lo enorme de la pretensión.

Acaso hasta que había sentido la primera impresión de ese amor del alma que tan superior es al deseo de los sentidos, á esa otra sensación que generalmente se llama amor, no la había pesado en su vida anterior. Acaso nunca hasta entonces se había avergonzado de ella. Juan Montiño comprendía la lucha que agitaba el alma de Dorotea, y no la dejaba tiempo para descansar, para reponerse.

Acercósele Jacinta, mostrándole severidad y conteniendo la risa... pidiole cuentas de sus horribles crímenes. ¡Arrancar la cabeza a las figuras!... Escondía el Pituso la cara muy avergonzado, y se metía el dedo en la nariz... La mamá adoptiva no había podido obtener de él una respuesta, y las acusaciones rayaban en frenesí.