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Quisiera ver a esos graves policemen de que nos hablan los libros, en este escenario, en que no existen registros de vecindad, en que se ignora el movimiento de la población, en que la entrada y salida de extranjeros es un secreto para las autoridades, en que uno puede ser casado diez veces, tener quince domicilios, mil nombres distintos y quinientas profesiones diferentes, y todo en la mayor reserva, no digo para la autoridad, sino para los hijos, la esposa, los hermanos y hasta los vecinos, por más curiosos que sean.

La juventud estudiantil, esperanza de la patria, ha venido aquí una noche, armada de mazas y de picos, y la ha asaltado románticamente, pero la valla sigue incólume. Hasta las autoridades gubernativas se propusieron echarla abajo, sin que su gestión obtuviera éxito ninguno... Y ¿qué se puede esperar de un pueblo que, todo él, no logra demoler una pobre valla de maderas carcomidas?...

El muerto sería entonces el Ibarra que vendría para morir sobre la tumba de su antepasado, y su deseo de ser quemado se explica muy bien por su estancia en Europa donde se estila la cremacion. ¿Entonces quién era el otro, el vivo, este joyero Simoun, entonces de apariencia miserable y que ahora volvía cubierto de oro y amigo de las autoridades?

En un arrabal sorprendieron los vecinos á dos individuos que enterraban armas debajo de una casa de tabla. Alborotóse el barrio; los habitantes quisieron perseguir á los desconocidos para matarlos y entregarlos á las autoridades, pero un vecino les calmó diciéndoles que bastaba con presentar al tribunal el cuerpo del delito.

De lo pasado suele penetrar poco, y no se divierte ni se interesa por ello; pero, en otros países, no son los hombres tan rebeldes á toda férula como en España; no tienen tanto el valor de sus opiniones, y reconocen las autoridades y las acatan y se someten. Aquí no.

Perezoso, afecto a la embriaguez, irascible, camorrista y valiente como era, comenzó a turbar con frecuencia la paz de este pueblo, tan tranquilo siempre, y no pocas veces, con sus escándalos y pendencias, puso en alarma a los habitantes y dió que hacer a sus autoridades.

Las calles veíanse continuamente llenas de muchachos que, sucios, andrajosos y hambrientos, crecían abandonados á sus instintos, sin que ni las autoridades eclesiásticas ni las civiles, ni otras corporaciones, se cuidasen de atender á ellos, apesar de que de tan pingües rentas disponían.

Pero en el año siguiente Simón Bolívar se sublevó contra las autoridades españolas, y se hizo la guerra con éxito variable hasta que Bolívar derrotó a los realistas en la batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819. La derrota de Carabobo en 1821 puso fin a la dominación española en el norte de la América del Sur.

También fracasaron los esfuerzos del general Francisco Miranda para librar la tierra del yugo español. En el año de 1810 los ciudadanos de Caracas se rebelaron contra las autoridades españolas, y el 19 de abril destituyeron al gobernador español, don Vicente Emparán.

Era un desfile brillante de autoridades y uniformes, que admiraba a los papanatas; grupos de chicuelos y mujeres se agolpaban ante los Eccehomos que se exhibían en las calles sobre un pedestal: imágenes manchadas con brochazos de sangriento bermellón, la corona de espinas sobre las lacias y polvorientas melenas que agitaba el viento, una caña entre las manos y a los pies una bandeja con céntimos y un viejo pedigüeño.