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La pobre madó pensó en su cocina, poblándola instantáneamente con la imaginación de vasijas de cobre brillantes como oro, viéndola con todos los fogones encendidos, llena de muchachas de brazos arremangados, el rebocillo atrás, la trenza flotante, y ella en medio, sentada en un sillón, dando órdenes y aspirando el deleitoso tufillo de las cacerolas.

El desgraciado había recibido una terrible herida en el vientre, y falto de palabra para expresar su padecimiento, bramaba, aspirando con ansia el aire inflamado, sacudía el cuello; parecía dar a entender que hallando un charco de agua en que remojar la lengua, sus dolores serían menos vivos, y al fin se abandonó a su suerte, tendiéndose sobre el campo, indiferente al ruido del cañón y al toque de degüello.

También él permanecía invisible, y lo mismo Nélida con su escolta de adoradores. El doctor Zurita pasó junto a Ojeda aspirando el humo de su tercer cigarro matinal. Poca gente dijo . Anoche, según parece, hubo farra larga. Debe haber abajo un tendal de muertos y heridos... ¡Qué muchachada tan viva! ¡Cosas de la edad!...

La imagen de su novia americana pasó por su recuerdo con tal intensidad, que hasta creyó verla corporalmente, aspirando su perfume. Pero á continuación cayó en una tristeza desesperada al contemplarse en este país inverosímil, sometido á una esclavitud ridícula, sujeto á los caprichos de una humanidad inferior.

Se dirige pausadamente hacia la linde del bosque y hunde sus miradas en la obscuridad, que se anima entonces con los pálidos reflejos de la luna; después se interna un poco bajo los árboles aspirando la atmósfera dulce y aromática de los pinos. Quiere dominar a toda costa la embriaguez inexplicable que le penetra hasta los tuétanos.

Rodeado de muchachas que me quieren como si fuese su papá. Reían los amigos del tono bondadoso con que hablaba el calavera de sus inocentes diversiones con el rebaño de vendimiadoras. Además, gustaba de quedarse en la viña por el fresco de la noche. Esto es vivir, señor Fermín decía en la explanada de Marchamalo, a la luz de las estrellas, aspirando la brisa nocturna.

«El gran defecto de la sociedad hispano-colombiana, me decia, es el de ser sumamente teórica en todo, olvidando sus propias condiciones y aspirando siempre á las imitaciones sin criterio. ¿Cree U., añadia, que yo habría podido prestar algunos servicios á la química y la agronomía, si no viviese en mi casa de campo, durante seis ó siete meses de cada año, ensayando todas las aplicaciones, sometiendo á prueba los sistemas, observando á la naturaleza en sus actos mas minuciosos?

Lo que a ti te gusta, condenao: ajito caliente. Y los dos sonreían, aspirando el tufillo de la cazuela, donde acababan de cocerse el pan y el ajo, bien majados. La anciana ponía la mesa, sonriendo a los elogios con que celebraba Rafael sus manos de guisandera.

En el momento en que el joven le pasa el brazo por el talle, ella se estremece, abandonándose después con un profundo suspiro. Se ponen a bailar. Aspirando con fuerza el aire, ella ladea su rostro contra el pecho de Juan. En la gorra de éste brilla la escarapela, insignia de los tiradores, que lleva ese día; la cinta de seda blanca tiembla sobre su frente.

Aquellas gentes preferían verse solas. ¿Iba él a bailar con una atlota a sus años y con su aspecto malhumorado que infundía respeto y frialdad?... Tendría que permanecer con Pep y otros, aspirando el olor del tabaco de pota, hablando de la almendra y del miedo a que se helase, esforzándose por abatir su pensamiento al nivel del de estas gentes. Al fin se decidió a ir al pueblo.