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De unos tulipanes de cristal trenzado, suspendidos en un ramo del techo por un tubo oculto entre hojas de tulipán simuladas en bronce, caía sobre la mesa de ónix la claridad anaranjada y suave de la lámpara de luz eléctrica incandescente. No había más asientos que pequeñas mecedoras de Viena, de rejilla menuda y madera negra.

También se situaban algunos bancos en el teatro, que servían á los actores para descansar en los intermedios. Los asientos de los espectadores estaban ordenados por filas, elevándose hacia atrás gradualmente, y distinguiéndose unos de otros por nombres religiosos, iguales á los de los compartimientos del escenario; el conjunto de los más altos se denominaba Paraíso.

Y ahora os ruego, noble amigo, que me digáis los nombres de algunos de estos caballeros, pues son muchas las caras desconocidas que me rodean. En cambio otras las conozco desde que ciño espada. Mirad ante todo aquellos graves religiosos, inmediatos á los regios asientos. Es uno el arzobispo de Burdeos y el otro el obispo de Agén.

Martita se había desmayado. Varias señoras se apresuraron a desatarle el corsé y a sacudirla fuertemente para que soltase el agua que había tragado. Después la extendieron en uno de los asientos de popa, y Ricardo, tomando un frasco de éter que don Máximo había traído, se lo aplicó a la nariz.

¡Ay, Brillante...! ¡Pobrecito Brillante mío...! Y hasta había llegado a unir su linda cabeza de bebé con las negras narices de la bestia, cubriéndolas de besos. El desaliento las tuvo hasta bien entrada la noche clavadas en sus asientos del salón, silenciosas, sin otra luz que el escaso resplandor de los reverberos públicos que entraba por los balcones abiertos, produciendo una débil penumbra.

Hasta en los sitios donde las murallas lo han dominado, al parecer, no cesa su trabajo de reforma: ataca á la piedra, roe lentamente sus cimientos, mina los asientos, y, en un momento dado, hunde la muralla y queda libre errando por los campos.

Los asientos tapizados de seda rosa, igual a la que adornaba los planos de las paredes, estaban ocupados por señoras. El ambiente era más limpio que en el jardín de invierno, donde una atmósfera de humo de habano y tabaco oriental con perfume de opio flotaba sobre las plantas.

A as seis horas de tan penosísimo y espuesto viaje, y con gran contentamiento de todos, encontramos la diligencia que nos esperaba. Ocupamos nuestros respectivos asientos, y despues de seis horas, siempre bajando, llegamos á Bellinzona, capital del Tesino , donde descansamos una hora.

Por aquí de fijo no pasa nadie; porque, sobre que poca gente atraviesa el bosque para ir a la iglesia, los que van siguen la trocha casa del leñador; es muy fresca y tiene asientos muy cómodos. Mejor que mejor. Hablaremos más a gusto. Vamos allá. Se levantó y emprendieron la marcha. Subían en silencio. El monte se hacía más espeso.

A la derecha, la muestra hereditaria del notario Hardoin, tercero de ese nombre... ¡Lo que él había jugado en el polvoriento despacho con los dependientes encaramados en sus altos asientos! Y qué risa la suya cuando el principal abría de repente la puerta de la oficina para regañar a los culpables y se detenía desarmado ante su ahijado instalado majestuosamente en su propio sillón...