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A un lado avanzaba el Cap-Martin, repeliendo el asalto de las olas, círculo de corderos blancos que se sucedían incesantemente surgiendo de las praderas azules; más allá, la costa de Italia, sonrosada por la melancolía de la tarde; y en el extremo opuesto, el Cap-d'Ail y el Cap-Ferrat, sobre cuyos lomos abullonados de verde por las arboledas y moteados de blanco por las «villas» empezaba á extenderse el sudario de oro que debía envolver la muerte del sol.

Enfrente se aparecían los cañones de Marcos Divès enfilados hacia el valle y dispuestos a hacer fuego en caso de un nuevo ataque. Todo había afortunadamente acabado. Y, sin embargo, ni un solo grito se elevaba de las trincheras; las pérdidas de los montañeses habían sido muy dolorosas en el último asalto.

El P. Irene aprobaba con la cabeza frotando su larga nariz. El P. Salví, aquel religioso flaco y descarnado, como satisfecho de tanta sumision continuó en medio del silencio. ¡Es que no hay ninguna laguna decente en este país! intercaló doña Victorina, verdaderamente indignada y disponiéndose á dar otro asalto para entrar en la plaza.

Garay fuè de prudencia siempre falto, Y así por no tenerla, feneciendo En esta desventura y triste asalto, Fué causa de este caso tan horrendo. Los Mañuaes descienden por un alto Con gran solicitud y sin estruendo, Al capitan mataron el primero, Que nadie ha de fiar de buen tempero.

Y díganselo así al buen amigo mío que les recomienda. Los dos, ebrios de esperanza, saludaron, tocando el suelo con el sombrero y el sombrero con la frente. Abajo, nuevo asalto; tres de golpe. Pero Esteven pasó el obstáculo con maña y se refugió en su coche.

Después del armada, éste se puede alabar que sirvió extremadamente bien, aunque no tenía allí su compañía. Daba cada día cinco ó seis vueltas al fuerte, lo que no hacía Capitán ni Oficial ninguno. A los 19 acometieron dar asalto por todas partes y cargaron á la parte de la gruta y ganáronla. Perdióse en ella el Alférez Juan Pérez de Vargas con siete soldados.

Los años habían encorvado algo su cuerpo, aunque no pasaban de cuarenta y ocho los que tenía; y en la época en que le conocemos sufría todavía de la vista á consecuencia de haberle vaciado encima una espuerta de cal viva los sitiados de Bergerac, cuando el barón dirigía el asalto de aquella plaza al frente de los veteranos de Derby.

En ninguna parte se peleó donde no me hallase: defendí por mi persona y con pocos amigos el bestión de Gonzaga, abandonado de los que lo guardaban, dándole el asalto por un fuego que tomó un barril de pólvora: fuí allí herido en una mano é matáronme delante de los ojos al Capitán D. Hierónimo de Sande, mi sobrino, é otros amigos é muchas personas.

Imposible, Catalina, lo siento mucho; habría necesidad de hacer una escalera en el hielo para bajar, y los alemanes, que van a volver dentro de una o dos horas, la utilizarían para el asalto. Vámonos. Hay que comunicar el triunfo a todas las aldeas: a Labarde, a Jerónimo, a Piorette. ¡Eh! ¡Simón, Niklo, Marchal, venid!

Su abandono arrastraba consigo la cobardía y la degradación. Conocía mejor que sus parientes la biografía de los grandes duelistas y gens des armes de París. Podía describir con pelos y señales los desafíos que habían tenido y la gravedad de las heridas. En cuanto se anunciaba un asalto entre dos maestros, por ejemplo Jacob y Grisier, ya estaba nuestro caballero excitado.