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¡Queda sólo del tiempo viejo de las miserias sufridas en silencio, la gloriosa bandera deshilachada que tantas veces cuidé en largas horas de angustia y cuya vista hace latir todavía mi corazón como en aquellas, dichosas, en que, al regreso de una expedición arriesgada de la que muchos de los nuestros no volvían, era sacada para que el capellán dijera ante ella su misa por el eterno descanso de los que quedaban allá entre las sinuosidades de las sierras, en el triste cementerio aldeano o bajo el manto eterno de verdura de la pampa desierta y misteriosa!

Es usted tan bueno, dijo Mauricio con alguna indecisión, que me voy á atrever á dirigirle una pregunta verdaderamente arriesgada ... Llegado el caso, ¿consentiría usted en reconciliarse con la señorita Guichard? ¡Consentiré en todo para hacerte dichoso! Pero no te hagas ilusiones; es á Clementina á la que habrá que decidir.

Verdaderamente, señores, discurriendo con serenidad, no podía darme cuenta del objeto de mi arriesgada expedición allí dentro. ¿Iba a satisfacer en la persona de lord Gray mi anhelo de venganza, iba a gozarme en mi propio desaire o a impedir la violenta determinación de los locos amantes? Yo no lo sabía.

El superior de la Orden, en vista de tan arriesgada comisión, eligió para llevarla á cabo á Mauban, á cuyo cura párroco le dirigió la siguiente carta, acreedora por todos conceptos de ser conocida. Dice así: «A nuestro hermano Frey Francisco Rosado de Brozas, Predicador ex-definidor, Guardián y Ministro de doctrina de nuestro convento de Mauban, salud y paz en Nuestro Señor Jesucristo.

¿Cuántas personas podrán estar sentadas? Por lo menos, doscientas. Perfectamente. La música del pueblo, ¿será exacta? Á los postres, es decir, á eso de las nueve, empezará á tocar. Seremos treinta y dos á la mesa. ¿Habrá espacio para todos? El jefe de cocina asegura que cabrían cincuenta. Entonces, todo está bien. triunfas; pero has jugado una partida muy arriesgada.

En los periódicos y partes oficiales dejó de citarse el batallón a que pertenecía Pepe, porque se ignoraba el paradero de aquél y de otros cuerpos, sabiéndose únicamente que estaba verificando una marcha penosa y arriesgada, que terminaría en un combate, cuyo objeto sólo conocía el general en jefe. Cinco días duró aquella incertidumbre. Entonces apreció Paz lo que quería a Pepe.

En el trascurso del mismo año Montilla preparaba en la ciudad de Hacha una expedicion contra Maracaibo, combinándose al efecto con las fuerzas navales que mandaba el coronel jefe de la escuadra José Padilla, quien juzgó posible la arriesgada empresa de forzar la barra, operacion que se ofreció á cumplir y que cumplió el 8 de Mayo con solo la pérdida del bergantin General Bolívar, al mando y de la propiedad del capitan de navio Nicolás Joly.

Su trato le parecía cada vez más ameno, mayor su ingenio; pero no dejaba de observar que en todas sus conversaciones se quedaba siempre corto, temeroso de pronunciar palabra en extremo arriesgada, cuidando de evitar frases que no pudiera recoger.

El corregidor se vengó por una perfidia, que hizo mas arriesgada su posicion. Imputó á Catari la muerte de un recaudador de rentas, y le envió preso á la Audiencia de Charcas. Desde este momento la sangre corrió á torrentes, y la pluma del historiador se retrae de trazar el cuadro espantoso de tantos excesos. En Oruro, en Sicasica, en Arques, en Hayopaya, fueron innumerables las víctimas.

La más joven sonreía mirando á la tapia, y al reaparecer sobre ella el capitán, casi palmoteó de entusiasmo, como si celebrase una arriesgada suerte de gimnasia. El marino las creía inglesas, y habló en su idioma al entregarlas las dos rosas que llevaba en la mano.