United States or South Georgia and the South Sandwich Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


En los intermedios marchaba tranquilamente, dejando vagar su mirada por los contornos indecisos de los montes y los árboles, y el pensamiento correr libremente por los recuerdos placenteros del día o de otros anteriores. No pocas veces le tiene arrancado a este dulcísimo embeleso el repique lento, argentino, melancólico, de las campanas de la iglesia, doblando a la oración.

Desvariaba de tal modo, que la tía, alarmada, pensó con terror en lo que había dicho aquella noche, de pegarse un tiro si la suerte no lo favorecía; se le imaginó verle ya con el cráneo hecho pedazos, cubierto de sangre, después de haberse arrancado violentamente aquella vida que él decía no querer, ni haberla pedido.

Y Rocchio, desgarrada la pechera, babeando de rabia, repetía: ¡Ah, brigantes! ¡ah, estafadores! ¡Sacramento! ¡Sacramento! Del torbellino fué arrancado el vengador, que sonreía con desprecio, por un grupo de amigos; a tiempo que salía, del pasillo, a paso de carga, el escuadrón de Quilito y se lanzaba a la pelea, al grito de ¡muera Schingen! Don Raimundo pasaba, buscando asustado la salida.

El criado me había arrancado las riendas y blasfemaba como un condenado, tratando de contener los jacos. Entre éstos, al fin, se produjo divergencia de pareceres sobre la línea que habían de seguir. Como resultado de ella, vino el arremolinarse y volcar.

¡Oh, si me quisieras, me darías esa prueba inequívoca de tu amor! ¡Oh, Miguel! ¡Siento desde ayer un vacío tan grande en mi corazón!... ¡Parece como si me hubieran arrancado la última creencia, el último pensamiento consolador! ¡Por qué habremos arrastrado nuestro amor por el lodo! A Miguel le hizo poca gracia esto del lodo. Buscó con afán argumentos para contrarrestar la lógica de la generala.

El toro, en el mismo instante en que él se disponía a entrar a matar, había arrancado inesperadamente contra él, atraído por la «querencia» del caballo que estaba a sus espaldas. Fue un encontronazo brutal, que hizo rodar y desaparecer entre sus patas aquel cuerpo forrado de seda y oro.

Una dama angelical, conocidísima en los altos círculos por su ingenio, su elegancia y su belleza, habíale arrancado, en un banquete, una confesión explícita, aunque no pública, de sus nuevas simpatías dinásticas... Un ramo de violetas había sido la ocasión, y un ángel fue el instrumento. ¡Feliz el atleta que entra en la nueva senda bajo tan poéticos auspicios!...

¡Pues me hace gracia! exclamó la banquera estupefacta . No diría usted lo mismo si le hubiesen robado una dehesa y arrancado una oreja con un brillante de quinientos duros...

El emperador Heraclio, mientras tanto, sabe, por conducto de Clodomira, reina fugitiva de Gaza, que se le presenta suplicante, que Jerusalén ha sido tomada y que se ha arrancado de ella la Santa Cruz; y, si bien hasta entonces había sentido por su futura esposa ardiente amor mundano, lo borra de su corazón y dirige sólo su pensamiento á la noble empresa de recuperar el símbolo del cristianismo.

Los maldicientes aseguraban que eran recuerdos de amantes de su juventud, á los que la condesa había arrancado las muelas, no quedándole otra cosa que sacar de ellos. Su sentimentalismo y la libertad con que hablaba del amor justificaban tales murmuraciones. Al saber por su amiga Elena que Robledo era un millonario de América, lo miró con apasionado interés.