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Ordenose que Ramon Montaner con hasta treinta y seis velas que habia en nuestra armada, y entre ellas cuatro galeras, llevasen las mujeres, niños, y viejos, por mar á la ciudad de Cristopol, despues de haber desmantelado todos los presidios que en aquellas costas se tenian por nosotros, como Galípoli, Nona, Pacía, Modico, y Megarix.

Rosa Mística, que al principio había quedado atónita, viendo tanta insolencia, se levantó, corrió a la cocina y volvió armada de una escoba. Al verla, todas las muchachas huyeron como una bandada de pájaros. Rosa Mística quedó sola, dejó caer la escoba y se cruzó de brazos.

Estábase incubando hacía tiempo en la República la guerra civil; Rivadavia la había visto venir, pálida, frenética, armada de tea y puñales; Facundo, el caudillo más joven y emprendedor, había paseado sus hordas por las faldas de los Andes, y encerrádose a su pesar en su guarida; Rosas, en Buenos Aires, tenía ya su trabajo maduro y en estado de ponerlo en exhibición; era una obra de diez años realizada en derredor del fogón del gaucho, en la pulpería al lado del cantor.

Influyendo por lo mismo su consejo, antes de la retirada al Bósforo, se dirigió la armada turca á Trípoli, poniendo sitio á la ciudad por mar y tierra con asistencia de los secuaces conservados por Dragut entre los berberiscos .

Cubrían el centro de la nave los atezados marinos de Southampton, gente aguerrida toda, armada con hachas de abordaje, mazas y picas. Su jefe el capitán Golvín hablaba con el barón á popa, escudriñando ambos el horizonte y vigilando el velamen y los dos timoneles. Dad orden, dijo el barón, de que ningún soldado ni marino se deje ver hasta que el clarín les mande tender los arcos.

Los primeros gobernadores, elegidos entre los capitanes de la real armada, ensayaron todavía algunas mejoras.

A las tres de la mañana marchó nuestra armada, y á distancia de legua y media dimos con un grande estero ó bañado muy pantanoso, que no se podia romper con los caballos: y llegando á un arroyo que pasamos á nado, corrimos mas de una legua, y reconociendo que los indios iban perdidos por una gran niebla que nos sobrevino esta mañana, volvimos á pasar dicho arroyo, caminando al SE, y habiendo salido el sol, atendiendo el Comandante que aquella partida que despachó la noche antes ya habria llegado á la accion, y que oyendo los tiros era natural pensasen los enemigos tenian á todo Buenos Aires sobre , y que con este motivo tirasen á huir, dispuso en aquel pronto desparramar en pelotones indios y cristianos.

Marqués de la Fuensanta del Valle y Sancho Rayón, en su Colección de libros raros ó curiosos, una desconocida, escrita por Diego del Castillo, en defensa de D. Álvaro de Sande , y no sola, toda vez que Nicolás Antonio vió y cita en la Bibliotheca hispana nova, tomo I, pág. 273, del mismo autor, otra cuyo paradero se ignora, intitulada Historia de la liberación de D. Álvaro de Sande y de la toma del Peñón de Vélez de la Gomera y el suceso de la armada enviada por el gran Turco sobre la isla de Malta.

Del cual su armada á prisa abastecida De todo el necesario, y sus pertrechos, De la ciudad de Cádiz fué partida, Y á las Canarias llegan bien derechos. Los mas de todos es gente lucida, Algunos con insignias en los pechos, De nobles y lutrosas encomiendas, Y muchos de valor y grandes prendas.

De aquí envió el escribano del atarazonal al gran Turco á darle aviso de su venida y de la vitoria. Aquí hallamos las galeras que se habían perdido del armada. Aquí despalmaron todas las galeras, y á los 2 de septiembre partieron. Otro día vinieron á la isla de Chefalonia y de allí al Zante, mostrando la vitoria que traían.