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Me saco los guantes con mucha pausa, digo unas palabras á mi mujer sobre la gravedad y circunspeccion que debe guardar en estas alturas, mi mujer se quita el sombrero con el mayor aplomo.... El garçon esperaba muy complacido. Nuestra prosopopeya le impresionó perfectamente, y no podia suceder de otro modo.

Se sintió fuerte, con una audacia y un aplomo que nunca había tenido en el viejo mundo. «Yo sirvo para todo decía , si me dan tiempo para ejercitarmeHasta fué soldado él, que había huído de su patria por no tomar un fusil , y recibió una herida en uno de los muchos combates entre «blancos» y «colorados» de la Ribera Oriental. En Buenos Aires volvió á trabajar de tallista.

Hablaba con gran firmeza y aplomo, no parecía tonto, y mostraba cierta superioridad que me humillaba, aunque yo no fuese lo que estaba aparentando.

Había prometido a miss Darling salir con ella a caballo, pues su tío está lejos de valer lo que el mío en punto a equitación. Hemos dado un buen paseo. Siempre es bueno un paseo dado con una mujer guapa... ¿Te gusta miss Darling? Mucho. Es sencilla y natural; toda su persona denota una rectitud, una lealtad y un aplomo que no he encontrado en las demás.

Se le tenía por uno de los jóvenes más formales o acaso el más formal de la villa y servía siempre de espejo a los padres de familia para afear la conducta de sus hijos calaveras: «¿No ves a Isidorito qué bien se produce en sociedad, y con qué aplomo habla sobre todas las cuestiones?» «¡Ah, si fueses como Isidorito, qué vejez tan dulce me harías pasar!» «¡Vergüenza te había de dar que Isidorito se hubiese hecho doctor hace ya cuatro años, y no hayas logrado graduarte de licenciado todavía, zopenco

No obstante el parecido con su antipático papá, era el chiquillo guapísimo, con tal expresión de inteligencia en aquella cara, que se quedaba uno embobado mirándole; con tales encantos en su persona y carácter, y rasgos de conducta tan superiores á su edad, que verle, hablarle y quererle vivamente, era todo uno. ¡Y qué hechicera gravedad la suya, no incompatible con la inquietud propia de la infancia! ¡Que gracia mezclada de no qué aplomo inexplicable á sus años! ¡Qué rayo divino en sus ojos algunas veces, y otras qué misteriosa y dulce tristeza!

Algunas mujeres ocupaban taburetes plegadizos de lona, con el aplomo que confiere el derecho de propiedad.

Don Bernardino de Cáceres era un segundón de una familia principal de Córdoba; gastaba más vanidad que doblones, y por razón de su vanidad andaba siempre perdonando vidas. Hacíalo con tal aplomo y se creía tan de buena fe valiente, que los demás acabaron por creerlo y por respetarle. Esto había acabado de hacer insoportable á don Bernardino.

Precisamente es lo que yo pensaba dijo el duque resollando mucho para mostrar indiferencia y aplomo, que no sentía . Había imaginado que en vez de testar cada uno por su parte, hiciésemos un testamento mutuo. ¿Qué es eso? Un testamento en el cual nos instituímos mutuamente por herederos. D.ª Carmen bajó la vista al libro que traía en la mano y guardó silencio un rato.

Cuando D. Luis vio a Antoñona arrugó el entrecejo, mostró bien en el gesto lo que le contrariaba aquella visita y dijo con tono brusco: ¿A qué vienes aquí? Vete. Vengo a pedirte cuenta de mi niña contestó Antoñona sin turbarse , y no me he de ir hasta que me la des. Enseguida acercó una silla a la mesa y se sentó en frente de D. Luis con aplomo y descaro.