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Las veladas que con motivo de las festividades de determinados santos se celebraban en los diversos barrios y arrabales de la ciudad constituían una de las mejores distracciones del veraneo, siendo famosas entre otras las de San Antonio, las de San Juan y San Pedro, las de Santa Ana y Santiago, la de los Angeles, la de la Virgen de los Reyes, San Roque, San Bernardo, San Bartolomé, San Agustín y los Terceros.

La carta de Verdú es como sigue: «Querido Azorín: Después de acostarme y levantarme veinte veces, da la una de la madrugada y no puedo estar en la cama ni fuera de ella; y no tengo más remedio, para luchar con el mal, que escribir; pero ¡ay! que no puedo ya. »Mi situación, Antonio, es horrible.

Del perseguido. En Lisboa, por Pedro Crasbeek. Año de 1603. A costa de Francisco LopeLa primera de estas comedias se atribuye á Lope falsamente: es de Gabriel Laso de la Vega. Menos raro es el libro siguiente: «Quatro comedias famosas de D. Luis de Góngora y Lope de Vega, recopiladas por Antonio Sánchez: Madrid, 1617Contiene: Las firmezas de Isabela, de Góngora.

El precio del traspaso ya lo iría pagando Antonio poco a poco, y ellos levantarían el vuelo inmediatamente para ir a formar un nido en una gran casa cerca del Mercado, una finca soberbia, con ancho portal, gran patio, cuadras profundas, y en el piso superior magníficas habitaciones; inmuebles que el difunto Fraile había adquirido por poco dinero, prestando usurariamente a un conde tronado.

En no pocos de los que han servido á los estudios especiales; en el de La Princesa de Eboli, de D. Gaspar Muro, por ejemplo, hay piezas indispensables á la biografía ó historia definitiva de Antonio Pérez.

El loco cuerdo, del maestro Joseph de Valdivieso, capellán mozárabe de la Santa Iglesia de Toledo. La rueda de la fortuna, de Mira de Mescua. La enemiga favorable, del licenciado Tárrega. D. Nicolás Antonio y el catálogo de la Huerta, atribuyen falsamente todas estas comedias á Lope de Vega.

Querido Antonio: No si continuar instándote para que no dejes de venir. Creo que me dará mucho sentimiento verte, pero te quiero tanto y tanto... Si vienes, ven pronto. Lo que me sucede, querido Antonio, es muy extraordinario.

El resto de la noche lo pasamos Antonio y yo sin proferir palabra, en sendas butacas de su alcoba, fumando cigarrillos y embargadas nuestras mentes con mil conjeturas, hasta que por la abierta ventana vimos desvanecerse las estrellas y dibujarse en el cielo la claridad de la ansiada aurora.

Cuando hubieron comido y bebido según su apetito, Quino, el más prudente y el más ingenioso de los hijos de Laviana, tomó la palabra y dijo: Dios te guarde, Nolo, y á tus padres y á tus hermanos. San Antonio guarde también al ganado que tenéis en la cuadra.

Jamás volvió a ver nada el buen alcalde. Por la mañana le hallaron muerto, sentado en la cama, con la cabeza doblada hacia atrás. Un caso de apoplejía fulminante. El señor Anselmo, jefe de la banda de música de Sarrió, vino a participar al presidente de la Academia que el alcalde le había amenazado con suprimir la subvención de la orquesta, si aquella tarde iban a la romería de San Antonio.