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En un siglo en que ya se ven las cosas tan claras, y en que ya no es fácil abusar de nadie, en el siglo de las luces, una de las cosas sobre que está más fijada la pública opinión, es el honor, quisicosa que, en el sentido que en el día le damos, no se encuentra nombrada en ninguna lengua antigua.

Descendiente de una antigua familia de notarios, creeríase que en él se reconcentró el espíritu de protesta de todos sus tataradeudos, almas mollares, pensamientos apagados sin luchas, voluntades pacíficas envejecidas mansamente en la uniformidad perdurable, horriblemente triste, de los despachos notariales.

La antigua Bilbao de los comerciantes y los marinos, que aún no conocía el valor del hierro, era más feliz, con la paz de un trabajo lento y ordenado y la llaneza fraternal de sus costumbres, que la villa moderna, con sus improvisadas fortunas, sus ostentaciones locas y aquella riqueza disparatada y rápida que apenas si dejaba en el país rastros beneficiosos de su paso, perdiéndose en las obscuras tragaderas del intruso negro, aparecido en la hora suprema de la fortuna para sentarse al lado de los favoritos de la suerte, ofreciéndoles el cielo á cambio de una participación en el botín.

Robledo, que pasaba á caballo entre los grupos, adivinó por algunas palabras sueltas la cólera que empezaba á conmoverlos. Precisamente en aquellos momentos la expedición iba desfilando ante la antigua casa de Pirovani. Las mujeres eran las que se mostraban más furiosas y lanzaron los primeros gritos agresivos mirando las ventanas del edificio. ¡Muera la Cara Pintada! ¡Muera la gran...!

La comida del coloso daba motivo á nuevas lágrimas del profesor. Varios desalmados de los que pululan en los puertos eran los que preparaban su alimento, en una de las grandes calderas traídas de su antigua vivienda. Esta gente inquietante y zafia reemplazaba á la selecta servidumbre que había trabajado para él en la cumbre de la colina. Lo alimentaban con arreglo á su trabajo.

Cuando llegó la noticia al palacio del gobierno, ya pisaba Gillespie la cúspide de la colina. Al entrar en su antigua vivienda notó inmediatamente los efectos del abandono. Todo lo perteneciente á él estaba en la misma situación que lo dejó al salir de allí. Únicamente, en los extremos del edificio, las cocinas y la despensa mostraban un desorden semejante al de una ciudad entregada al saqueo.

Este muerto de sed, aquel de hambre: Yo dixe, viendo tantos con voz alta, Cuerpo de mi con tanta poetambre! Por tantas sobras conoció una falta Mercurio, y acudiendo á remedialla, Ligero en la mitad del bagel salta. Y con una zaranda que alli halla, No si antigua, ó si de nuevo hecha, Zarandó mil poetas de gramalla.

Los ingleses han construido a expensas de los griegos fortificaciones gigantescas que hacen de la plaza un pequeño Gibraltar. Yo asisto todas las mañanas a las evoluciones de un regimiento de escoceses que me divierten mucho con sus cornamusas. La ciudad griega es antigua y curiosamente construida: casas altas, pequeñas arcadas y una linda cabeza en cada balcón.

La estampa número 5.º figura 1.ª representa un residuo de la antigua decoracion de este palacio. En los cuartos inmediatos se advierte todavía la montea de grandes arcos, que tiene su arranque en la parte inferior.

El cura miró apenas estos tapices; pero lo bastante para notar que las diosas que se paseaban a través del boscaje llevaban trajes de una simplicidad demasiado antigua. Uno de los criados abrió de par en par la puerta del gran salón.